Rusia sorprendió con el despliegue de sus tropas por todo el territorio de Ucrania. Si bien los informes de la inteligencia estadounidense ya venían advirtiendo sobre una invasión a gran escala, Vladimir Putin se limitaba a señalar las zonas ocupadas por separatistas prorrusos en el Donbás. Pero la estrategia del Kremlin podría frustrarse si decide extender en el tiempo la ocupación militar más allá del Este, donde la proporción de población rusohablante desciende y crece el nacionalismo ucraniano.
La sorprendente resistencia que encontró en Kiev, donde hace tres días que el poderoso ejército ruso no logra liquidar la batalla son un anticipo de lo que podría aguardar a Putín si decide mantener un control permanente de toda Ucrania.
Putin cuestiona la existencia de Ucrania como un Estado soberano y a habla de “desnazificar” el país vecino y derrocar a Volodimir Zelenski y la “banda de drogadictos” que gobiernan junto al actor. El retrato que traza es parte de la maquinaria de propaganda rusa para justificar la invasión, pero los grupos ucranianos de extrema derecha existen y cuentan entre sus filas con ex militares que podrían consolidar una resistencia al Ejército ruso.
Ucrania es un país grande, con cuarenta millones de habitantes y asegurar el control prolongado de todo ese territorio por la fuerza no parece una tarea sencilla. Putin enfrenta el riesgo de quedar atrapado en una guerra de guerrillas como la que enterró a la Rusia Soviética en Afganistán.
“Los grupos neonazis están sobre todo en el noroeste de Ucrania. Es una concentración muy localizada. La extrema derecha gana ahí las elecciones con un 15 por ciento. Pero a nivel nacional no llega al 1 por ciento de los votos. No se puede asimilar a todos los ucranianos con los nacionalistas”, explica a LPO Jorge Wozniak, investigador del Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina.
El experto descarta que Ucrania se convierta en un nuevo Afganistán para Rusia, aunque depende del camino que elija Putin para administrar el conflicto. “El asunto es si la presencia rusa se extiende a toda Ucrania o si se circunscribirá a la parte centro-oriental y sur, porque una guerrilla necesita respaldo local. Si incluye Ucrania occidental, habrá una guerra de guerrilla muy intensa”, pronostica.
Wozniak observa que las milicias nacionalistas se mueven libremente porque “son los mejores combatientes”. “Las milicias no se rinden. El problema es hasta qué punto le conviene al gobierno ucraniano darles cierto margen de acción. El Estado las puede tolerar, pero no las puede avalar del todo”, señala Wozniak, sobre todo por sus métodos fascistas y por las limitaciones geográficas y demográficas.
Al este del río Dniéper, la población es mayoritariamente rusoparlante y Ejército ruso es la mejor alternativa ante los paramilitares de extrema derecha.
La retórica de Moscú amplifica el rol de los grupos neonazis en Ucrania y los legitima como los primeros defensores de la soberanía nacional. Sea ese el objetivo o no del Kremlin, lo cierto es que la guerra los está reactivando y con ellos las tensiones con los ucranianos que hablan ruso. Y este escenario es funcional a las denuncias de genocidio y rusofobia de Putin, la razón que alega Moscú para desatar la guerra.
La invasión es parte de una estrategia para polarizar a la población ucraniana y, en consecuencia, a los políticos y empresarios. Putin los puso en un callejón sin salida. “La alternativa a perder la mitad del país es una estructura federal”, explica Wozniak.
“La fragmentación y la posibilidad de que los territorios al sur y al este puede servir como una forma de presionar a Ucrania para que cumpla con los Acuerdos de Minsk puede ser la estrategia de Putin. Si se crea una estructura federal y una cooficialidad del ruso y el ucraniano, se aleja cualquier posibilidad de integración a la OTAN o que operen bases extranjeras, y Rusia saldría ganando”, dice el académico.
Hay una opción menos factible, que sin embargo no se puede descartar: que la guerra escale y la desestabilización radicalice a los implicados. El nacionalismo y la historia alimentan los dos lados. Los líderes de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk también plantearon la idea de unificarse y recrea la Nueva Rusia, una región que perteneció al imperio ruso.
La anexión por parte de Moscú de estas repúblicas -el reconocimiento formal de su independencia a principios de esta semana fue más una excusa para los planes posteriores, que una realidad inamovible- fragmentaría a Ucrania y volvería inviable la economía de lo que quede del país.
Las repúblicas separatistas y las demás regiones no ocupadas de mayoría rusohablante son las más desarrolladas de Ucrania. Las tropas rusas ya están en Kiev, Mariúpol y Járkov y se ven tentados a retener las últimas dos. Esto puede encender aún más a los nacionalistas y los grupos armados de ultraderecha, entre ellos el batallón Azov, que desde 2014 se vienen enfrentando con las milicias prorrusas.
Pese a la explosión de violencia tras la crisis del Euromaidán, que virtualmente dividió a Ucrania entre nacionalistas y europeístas por un lado y prorrusos por el otro, y la anexión de la península de Crimea decretada por Putin en 2014, para Wozniak no es posible hablar de un genocidio, como denuncia el Kremlin.
“Se han encontrado fosas comunes y el propio enfrentamiento provocó entre 13 mil y 14 mil muertos. La mayoría de los muertos son de etnia rusa. Lo que no sabemos es si murieron en bombardeos, tiroteos o ejecuciones”, asegura, por lo que no puede afirmarse una sistematicidad y tampoco el soporte estatal detrás de los asesinatos: “Implicar la categoría de genocidio, no, matanza selectiva, seguro que sí”.
La invasión rusa está aumentando el prestigio de las milicias ultranacionalistas que no confían que Zelenski mantenga su intransigencia con el Kremlin. En una verdadera guerra de inteligencia fiel a su historia, esta deriva parece haber sido calculada por Putin que los utiliza como insumos para su propaganda de “desnazificación” y la necesidad de “proteger” a los rusos más allá de cualquier frontera.
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