El sujeto es el que pierde. Nos hablan de Goliat. La noticia sin embargo es que David derribó a Goliat. Algo impensado.
Será que Aldosivi viene de los puertos, de las lanchas amarillas, de los fileteros, del olor a harina de pescado. Será que la cancha donde se consagró campeón local en los años 73,74 y 75, ya no existe y ahora se instalan los circos en verano. Será que hay tanto sufrimiento por partidos no ganados que pedimos clemencia en la Gruta de Lourdes.
Pero somos miles los que nos apasionamos con la “verdeamarela”. Miles los que esperamos este minuto de gloria eterna. Miles los que vamos a marcar con un círculo en el almanaque el 29 de octubre de 2011.
Pasaron más de tres décadas para resurgir en noventa minutos. Como aquel primer paso que dimos en el 73 cuando vencimos a Kimberley y entramos al Nacional.
Por eso las lágrimas de José Moscuzza. Como las mías, como las de tantos, como las que estarán rodando desde alguna nube en las mejillas de Kerosén y el Pata, los símbolos de la hinchada que se nos fueron.
Sí, como el Pata Scarímbolo, que seguía yendo a la cancha con su ceguera a cuestas.
Eso es pasión. Eso es la gloria en dos cabezazos. Por eso lloramos, por la emoción anclada y porque tenemos historia, como David.
Roberto Luzardi