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Las escuelas católicas de la región inauguraron el año lectivo con una misa

Como cada año, las comunidades educativas de la Junta Regional de Educación Católica (JuREC) dieron inicio al ciclo lectivo celebrando juntos la Eucaristía, presidida por el obispo Gabriel Mestre. En esta ocasión, la misma tuvo lugar al aire libre, en la explanada de la Escuela Don Bosco de General Pirán, que se prepara para celebrar este año sus primeros 100 años de vida.

En la misa, concelebrada por el delegado episcopal de Educación, Silvano de Sarro, y el vicepresidente de la JuREC, Juan Cruz Mennilli, se encontraban presentes el presidente de la Junta, Javier Sánchez, y el vicepresidente, Rubén Primo Fernández -entre otros integrantes-. Asimismo, asistieron docentes de otras instituciones educativas y autoridades educativas y municipales de Mar Chiquita, además de los alumnos, docentes y padres de la escuela anfitriona.

En su homilía, Mestre, quien comenzó destacando la tradición de comenzar el año celebrando la Eucaristía y encomendando al Señor la obra educativa de la Iglesia y de sus escuelas, tanto episcopales como de las distintas congregaciones, destacó dos palabras de la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio, donde se nos invita a ser “sabios y prudentes”.

“La sabiduría -destacó el obispo- no se trata simplemente de acumular saberes, sino saber vivir bien según la voluntad de Dios, de descubrirle el verdadero sabor a la vida. ¡Cuánto para caminar juntos en este año alumnos, docentes, familias, para que de la mano del Señor podamos adquirir la verdadera sabiduría!”, exclamó.

Por su parte, sobre la prudencia, explicó que “prudentes no son los que no hacen nada o se quedan quietos, sino que por el contrario hoy más que nunca debemos ser inquietos buscando en toda circunstancia incluso las más difíciles la mejor forma de hacer el bien, con creatividad, realismo y audacia, como sé que hacen en cada una de las escuelas”.

Finalizada la celebración, el obispo bendijo una importante obra de mejora edilicia en el establecimiento, que cambió por completo las ventanas de su galería, y agradeció a Dios y a todos los que como instrumentos de su providencia hicieron y hacen posible el progreso de la escuela en estos casi cien años de vida.

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