Con la segunda vuelta electoral de gobernadores ayer en Chile, el nuevo mapa regional chileno quedó conformado con 10 regiones en manos de la ex Concertación (Unidad Constituyente), entre ellas la capital, tres para candidatos independientes, dos para la nueva alianza de izquierda Frente Amplio y una sola para el oficialismo de la coalición liderada por el presidente Sebastián Piñera.
Este balotaje estuvo marcado por una bajísima participación de la ciudadanía, que de las más de 13 millones de personas habilitadas para votar solamente asistieron un poco más de 2,5 millones, equivalente al 19,61% del padrón electoral.
La gran batalla de esta jornada fue la Región Metropolitana de Santiago, el distrito más importante del país: el demócrata cristiano Claudio Orrego se convirtió en el primer gobernador electo allí con un 52,7% de los votos, frente al 47,3% de Karina Oliva del Frente Amplio, cuando ya se escrutaron el 99,97% de las mesas.
Durante su primer discurso como gobernador electo, Orrego aseguró asumir “este triunfo con mucha humildad y un tremendo sentido de responsabilidad”, al tiempo que señaló que “esta elección demuestra que se puede hacer buena política y llegar al corazón de las y los chilenos”, y resaltó la labor que tiene por delante.
“Levantar la Región Metropolitana después de la pandemia será muy difícil, con un legado de dolor, desempleo, problemas de salud y educación”, dijo Orrego.
El nuevo gobernador metropolitano envió un mensaje conciliador, invitando a quienes no apoyaron su proyecto a sumarse para alcanzar su objetivo “de justicia urbana y territorial para la región entera”.
“Es importante que desterremos las descalificaciones, el odio, la mentira, el afán de dividirnos en amigos y enemigos. Somos todos habitantes de la región”, señaló.
Entre tanto, Oliva felicitó a su contrincante, deseó “que construya una región para todas y todos” y expresó que “es necesario militar y mirar en el otro una fortaleza para construir un país más justo”.