Era la receta perfecta para un fin de semana extra largo, de esos que hacen historia. Posibilidad de escapada de jueves a domingo y pronóstico con garantía de temperaturas de 25 a más de 30 grados, ideales para disfrutar del mar. Era el combo para un éxito asegurado. Pero la pandemia hace tiempo que metió la cola y estos feriados de Nochebuena y Navidad apenas pudieron mover la aguja del turismo en la costa atlántica.
Es lo que hay en este inicio de temporada más extraño que se recuerde por aquí. A excepción de alguna crisis económica extrema, como se dio hace casi dos décadas, nada iguala esta particular dinámica en destinos que viven sumidos en la incertidumbre de lo que ocurrirá durante este verano.
¿Vendrán turistas? ¿Cuántos? ¿Impactarán en el aumento de los contagios? ¿Nos mandarán a todos a casa a fines de enero o principios de febrero si se afirma esta tendencia actual de casos de coronavirus en alza? Estas y cien preguntas más, siempre cargadas de preocupación, retumban entre comerciantes y prestadores de servicios que necesitan de los visitantes para sostener estos meses pero, más aún, aliviar esos inviernos duros y crudos que por estas playas son una constante.
Fuentes de Aubasa, la empresa concesionaria del servicio de principales rutas que llevan hasta la costa atlántica, destacaron que anteayer, desde temprano y hasta el atardecer, se registró un sostenido movimiento de automotores en sentido a los centros de veraneo. El ritmo estaba por debajo de la mitad de lo que se advierte en un muy buen fin de semana largo.
La baja demanda de servicios de hotelería clásica destaca que quienes se movilizaron lo hicieron para alojarse en viviendas propias o con familiares residentes en la zona. Sí se destacó un buen volumen de pedidos en cabañas y casas quintas, elegidas por turistas como -en buena cantidad- residentes para pasar estos días de fiestas.
La mayor predilección por Mar del Plata y zona aledaña se advertía en los sectores del comercio vinculados a la venta de indumentaria y otros productos que dominaron los regalos de Navidad. Promociones bancarias que reintegraban hasta el 40% del monto del consumo permitieron ver que paseos de compras se nutrieran de clientes que iban de aquí para allá cargados de bolsas.
Con festejos moderados, por ahora sin posibilidad de boliches bailables ni eventos al aire libre -se habían autorizado hasta 200 personas pero la provincia de Buenos Aires dio marcha atrás con la medida-, la madrugada de Navidad se repartió entre reuniones familiares y algunos nutridos grupos de jóvenes que buscaron festejar en la costa. Algunos incluso sobre la propia playa.
Expectativa por enero
En la zona hay una gran expectativa sobre lo que resultará el movimiento turístico de enero. Si los arribos son altos, habrá que ve cómo impactan sobre contagios que aquí casi se triplicaron en apenas dos semanas. Y todavía queda por ver qué le agregan estas reuniones de Nochebuena y Año Nuevo.
Los controles se multiplican de noche, con foco en las reuniones clandestinas. Y también en las playas, donde además de insistir en el distanciamiento social se vigila que quienes desembarquen en la arena no lo haga con bebidas alcohólicas. En eso anduvieron ayer promotores a cargo del Operativo de Promoción y Prevención de Salud que llevan adelante municipio y provincia.
Sí se espera un flujo más intenso de viajeros sobre el cierre del año. Otra vez la víspera del feriado del 1° de enero queda atada a dos días no laborables.. “Antes se reservaba tres o cuatro meses antes, ahora es día a día a día”, dijo Joaquín Bustillo, responsable del alquiler de aparts en Cariló. A partir del jueves próximo hay más ocupación asegurada, pero todavía lejos de completar plazas. En hotelería también admiten que tienen 30 a 40% de las reservas que había a misma fecha del año pasado. En el almanaque la temporada arrancó. En los balnearios de la costa todavía no se nota.