En estos últimos días ha tomado nuevamente actualidad el tema de la inseguridad pública, nunca sabremos si como dicen algunos, seguramente malintencionados, es producto de la necesidad de disimular otros mas graves problemas que afronta nuestra sufrida sociedad, pero el hecho es que los llamados “medios de comunicación”, que como todos sabemos lo son solamente “de información” y muchas veces incluso direccionada por distintos intereses de los que no escapa el simple y llano económico, pero lo cierto es que el continuo crecimiento de la inseguridad viene dando material de sobra para mantener en actualidad una cuestión de la que cualquiera puede hablar y opinar sin culpas.
El hecho del hartazgo de la sociedad en general por una carencia de respuestas del Estado para solucionar o al menos intentar solucionar los problemas ha llegado a su punto culminante con los cada vez más frecuentes sucesos de lo equivocadamente se menciona como “justicia por mano propia”.
El periodismo vernáculo en general ha aprovechado nuevamente la volada para bombardearnos con programas de opinión, a veces del mismo periodismo, otras con la de funcionarios y legisladores, en su mayoría vitalicios y conversos o renegados multidireccionales, más preocupados en demostrar públicamente su carencia de responsabilidad y que ya no están donde estuvieron ni dijeron lo que dijeron, ni aprobaron lo que aprobaron antes, haciendo de su apostasía una especie de virtud en la que muy pocos creen.
Todos los días vemos a los mismos participantes, escuchamos iguales o parecidas exposiciones pero como no hay posibilidad de cuestionar o discutir de parte de profesionales de verdad, se llega al horario de cierre, viene el agradecimiento, la despedida y hasta el próximo programa, sin que quede la posibilidad de que exprimiendo todo lo dicho y comentado puede obtenerse una idea saludable para la solución de los problemas.
En su inmensa mayoría y salvo contadas excepciones los legisladores, verdaderos responsables de la legislación vigente, esquivan la cuestión y cuando no pueden hacerlo se van, huyen por las ramas o procuran en todo caso llevar agua para su partido, tanto siendo oficialistas como opositores, en eso no hay diferencia.
El solo hecho de que se haya podido instalar en la sociedad a partir de los medios una discusión acerca de la validez, la justificación o lo que se crea respecto a los delitos cometidos para castigar la comisión de otros delitos, muy mal habla de la capacidad de esos medios informativos y de los periodistas que se prestan, como también de las flaquezas de nuestra sociedad confirmando cada día más la enfermedad que la aqueja y repetidamente hemos señalado.
Lo que si es cierto que nadie, ni periodistas, ni políticos, ni opinólogos varios hace alguna mención ni siquiera cercana que lo que actualmente sufrimos tiene sus orígenes en la política de destrucción de las fuerzas policiales principales, especialmente de la provincia de Buenos Aires, implementada por el ahora retirado EDUARDO DUHALDE, de la mano del inventor de los sistemas fracasados LEON CARLOS ARSLANIAN y mientras les subsista ese temor poco o nada podemos esperar los sufridos ciudadanos.
Y lo que también es cierto que mientras no se reconozcan los errores cometidos, se deje de responsabilizar a la policía de los errores políticos y se siga vendiendo solamente jarabe de pico para la tribuna como lo dice el titulo de esta nota nunca lograremos curar con palabras lo que necesita de acciones concretas, de fondo y perdurables provenientes, eso si de verdaderos profesionales que hasta hoy día continúan siendo ignorados cuando de aportar ideas se trata, es muy posible, por no decir seguro, que en materia de seguridad nos siga yendo como hasta ahora nos va.
MIGUEL ÁNGEL REYNOSO
Secretario General