Por Carlos Germano
(analista político)
Hay una máxima ordenadora de la política: los espacios vacíos se ocupan. Es por eso que un grupo de empresarios del sector financiero y de laboratorios, terminan contratando a Carlos Melconian para que elabore un plan económico con miras al próximo gobierno que se iniciará en diciembre del 2023. Los grupos empresariales observan con mucha preocupación la situación actual.
La crisis continúa creciendo, el fracaso económico del gobierno de Cambiemos sigue siendo una experiencia reciente y por último la debilidad del presidente en liderar la coalición de gobierno refuerzan la idea que va ser muy difícil que de las fuerzas políticas, surja un plan económico de mediano y largo plazo. En este contexto, apuestan a economistas que comulgan con muchos de sus ideales y buscan encontrar ciertas certezas en el plano económico que sirvan de insumo para cualquiera de las dos coaliciones que dominan el escenario político nacional.
No es la primera vez que sucede. Al inicio del gobierno de Carlos Menem, el primer ministro de economía era empleado de Bunge y Born, desde donde se elaborado un plan para dejar atrás el proceso hiperinflacionario que vivía el país a finales de los 80. Ocurrió algo similar con la aparición del entonces ministro Domingo Cavallo en los noventa, surgido de la Fundación Mediterránea, mismos espacios que hoy contratan a Melconian. La historia circular de la Argentina.
Pero la diferencia respecto a los finales del gobierno de Raúl Alfonsín y el inicio del gobierno de Carlos Menem, es que la política tenía un lugar central en la toma de decisiones y a su vez, había un liderazgo indiscutible en la figura del presidente Menem. El camino que transitamos en la actualidad es un proceso complejo y delicado, con una distancia abismal entre representantes y representados.
Elección tras elección desde la recuperación de la democracia, la participación ciudadana viene disminuyendo y de hecho, los últimos comicios mostraron los menores índices de voto desde 1983. Y así como disminuye la participación, crece la pobreza, la desocupación y la inflación.
El aumento de precios sigue acompañando a varias generaciones de argentinos, una tapa del diario Clarín del 3 de setiembre de 1972, es elocuente. Gobierno militar del presidente general Alejandro Agustín Lanusse. El diario decía: “Congelamiento de precios y tarifas, aumentos de salarios y persecución a empresarios inescrupulosos”. Cincuenta años más tarde, es la misma agenda que domina la realidad argentina.
La realidad indica que como manifiesta el poeta y creativo Alberto Asurey, la política entró en una zona de confort, en donde solo se preocupan por sus necesidades, sin poder observar las demandas de sus connacionales, que crecen vertiginosamente. Es necesario que la dirigencia política vuelva ocupar el centro de la escena en las soluciones económicas y trabajar en desarrollar un programa que pueda dejar atrás cincuenta años de procesos inflacionarios (con las breves excepciones de los gobiernos de Carlos Menem y Néstor Kirchner).
Es fundamental para que la sociedad y especialmente los jóvenes entre 20 y 40 años, puedan visualizar un futuro en el país, en donde con esfuerzo y trabajo, puedan desarrollarse y no pensar en que la única salida es Ezeiza (los pocos que pueden). Romper esta zona de confort y proponer soluciones racionales, estables y creativas es el camino obligado para generar el crecimiento necesario que la sociedad tanto reclama.