En el esquema anterior, el intendente Gustavo Pulti tenía la sonrisa fácil, ahora lo inquietan otros resortes y lo incomodan otras miradas. El fortalecimiento del ala dura del gobierno nacional, tiene repercusiones políticas, aunque haya moderación en los gestos, pero sólo en la superficie. La polea de transmisión es inevitable, la luz propia no existe, vive una dependencia política ostensible.
¿Pulti tuvo un privilegio o cometió un desliz? Fue uno de los pocos intendentes que habló, cuando un centenar de ellos fueron reunidos por Scioli, en lo que se consideró un nuevo armado, cuando todavía no se habían secado las lágrimas por el fallecimiento de Néstor Carlos Kirchner. En ese escenario de intendentes de todo calibre, Pulti dio un paso adelante por indicación de Scioli.
“Prepararse para todo” es la señal que emite en pocas palabras, un referente excluyente como el mandatario bonaerense. Se lo define al gobernador, como mitad de amianto y mitad de corcho, porque nunca se quema del todo y casi siempre flota.
El día del censo congeló algunas imágenes, pero motorizó otras. Mientras el duelo se agota, se enciende la aurora del nuevo tiempo sin el líder, de un espacio que copó por una forma de hacer política, a tal punto, que con su ausencia, algunos se quedaron sin planes y sin rival.
Scioli espera que Cristina pestañee para lanzarse por la candidatura para la presidencia. “Mancuso” (como en la intimidad lo apelaba Kirchner) es dueño de un estilo, que le ha permitido estar en la ola, no necesariamente en la cresta, pero no se lo tragó el agua.
Durante las fiestas y las vacaciones de enero, entre la sidra, el pan dulce, la arena y el agua salada, habrá novedades. Bordar los acuerdos es de maratónica resistencia, aún cuando las reglas del juego permanezcan inciertas.
Las turbulencias de la gestión se comenzaron a sentir en Yrigoyen 1627. En el horizonte se presagian negros nubarrones y tormentas ni sol ni cielo celeste. Para colmo las apetencias no son fáciles de calmar, todos se creen dueños del éxito que sostiene la gobernabilidad. Pero la duda los carcome a todos. Si el proyecto oficialista se cae, no habrá futuro para ninguno. Hoy nadie garantiza que los argentinos dentro de 10 meses aseguren su continuidad.
Hay que recordar que Acción Marplatense ganó en 2007 sin el Frente Para la Victoria, a partir de entonces Pulti ha sido generoso con el justicialismo. La transversalidad se pulverizó y los sobrevivientes deben reacomodarse a esta nueva realidad. Acicatear la demanda sobre Pulti, sólo provocará incumplimientos y promesas falsas. Por otra parte la escena es dominada absolutamente por las especulaciones del próximo turno electoral. Los cantos de sirena que puede oír el intendente, son del mismo tenor y del mismo sonido, que los que él mismo emite hacia quienes le llegan con demandas oportunistas.
No hay quien esté en condiciones en esa franja, que pueda discutir el liderazgo de Pulti. El justicialismo además de no tener votos propios tampoco tiene candidatos de expectativa mediana. Viene de la peor elección en décadas. No tiene concejales con su sello y hoy sus referentes institucionales están sentados en el Concejo merced a la participación de la agrupación El General, guste o disguste. Hoy si Juan Garivoto o Daniel Rodríguez, intentaran serlo no reunirían el 8,33 % de los votos, y permanecerán guarecidos en el envidiable enclave de la Cámara de Diputados de la Provincia, un exilio dorado para ellos y de clara influencia en la construcción de política.
¿Quién puede reclamarle más espacio a Pulti? Y son muchos, tanto como los compromisos que ha asumido, sabiendo que no podrá cumplir, es decir que se miente a destajo. Pero la presión sobre el jefe comunal irá en aumento. La Casa Rosada es una escala obligada para la intendencia y la gobernación. Los recursos son propios del ejercicio de la esclavitud política, este es el modelo bajo el cual han sobrevivido, bajo la dictadura de la billetera, cuyos daños van a evaluarse en el futuro.
Pulti no tiene margen ni autonomía para hacer “la gran Katz” y dejar en manos de un candidato que medía 2 % de nivel de conocimiento, como Sergio Fares en el momento de su lanzamiento. Ese acto político fallido, dejó a la intemperie a un conjunto importante de hombres, que seguían al diputado nacional. Pulti ni siquiera podrá intentarlo, tiene los ganchos puestos y su dependencia es absoluta. Nadie mide como él, esa carta tampoco la podrá jugar, si cree que su destino está en La Plata o la Capital Federal. Hay un eje que lo sentencia. Ya evidencia una señal de alarmante abandono de la gestión, la política irá desplazando las horas de trabajo en la administración.
Jorge Elías Gómez
jgomez@mdphoy.com