Por una parte, la elevada cantidad de días inhábiles de marzo ha afectado el ritmo de los alumnos, los cuales han enfrentado una inusual discontinuidad en el dictado de las clases. Diversos especialistas han señalado que así como es necesario el corte de las vacaciones de verano, estas posteriores interrupciones perturban la adquisición de rutinas asociadas a la escuela y al estudio.
Este crecimiento de días feriado se registra en una historia reciente perturbada por la conflictividad docente, la cual ha impedido el cumplimiento del mínimo legal de 180 días de clase en la mayoría de las jurisdicciones del país. De sobrevenir paros u otros conflictos, la acumulación de días feriados reduce significativamente la posibilidad de recuperar días.
Y hay otro aspecto, especialmente delicado, que la manipulación de los feriados para el fomento del turismo parece haber desconsiderado de plano. Se trata de jerarquizar valores como el consumo y la distracción por encima del estudio y el esfuerzo para alcanzar metas. Horacio Sanguinetti, presidente de la Academia Nacional de Educación, expresó su sorpresa porque este exceso de feriados da cuenta de “una especie de cultura de la holganza”. Las decisiones estatales deben priorizar la inclusión social a través de más y mejor educación y en construir oportunidades asociadas a la cultura del trabajo.