La solicitada publicada el último viernes santo en página 3 en el diario La Capital titulada “Por el pronto regreso del padre Luis” tenía un elemento de análisis que no resultó menor en la resistencia que se ofreció al Papa Francisco y dejaron evidencias que no escaparon a observadores de Ciudad del Vaticano que prestamente pusieron en conocimiento del Su Santidad. Una de ellas, fue la firma de Florencio Aldrey Iglesias, propietario del multimedios La Capital, que apareció encabezando la solicitada, lo cual consentía su excluyente intervención de la mano del arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre
Sin esa intervención, Mestre, por sí sólo, posiblemente no hubiera podido generar elementos que documentaron al Papa y desentrañaron los elementos objetivos que demostraron quiénes estaban al mando de la rebelión de fieles. Se montó una operación contra las sucesivas decisiones del Vaticano, que fueron desconocidas y provocó un histórico papelón en la ciudad de Mar del Plata, que dejó a la institución debilitada esencialmente en su credibilidad.
Fuentes que habitualmente se especializan en informaciones que tienen como procedencia la Iglesia Católica, no admiten dudas “Lo echó” consignan en sus despachos, a cuya documentación se procedió a través de un armado, con todos los elementos que acreditan la operación que intento vulnerar la voluntad de la máxima autoridad eclesiástica del cristianismo.
Según Religión Digital y Valores Religiosos: La protesta de fieles marplatenses, colmó la paciencia de Francisco
Antes de la misa crismal, exhibieron pancartas pidiendo la vuelta del vicario general Luis Albóniga, trasladado a Jujuy e investigado por el Vaticano. Fue a raíz de la resistencia a los nombramientos del sucesor de Mestre y que éste no habría desactivado.
El rompecabezas de la situación que determinó la severa decisión del Papa Francisco de remover al arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre. Ahora se sabe que el hecho que colmó la paciencia de Jorge Bergoglio fue la protesta con pancartas que realizaron feligreses en la catedral de Mar del Plata durante la procesión de entrada en la solemne misa crismal de Jueves Santo repleta de fieles que encabezaba el administrador apostólico designado por el pontífice.
Los feligreses protestaban por el traslado del vicario general (en la práctica, la segunda autoridad eclesiástica después del obispo) de la diócesis marplatense, el padre Luis Albóniga, a la diócesis de Jujuy, tras la decisión del Vaticano de iniciar una investigación sobre su gestión como administrador diocesano, o sea, siendo una suerte de coordinador de la transición entre la salida del obispo Mestre a su nuevo destino como arzobispo de La Plata y la designación de su sucesor.
La protesta fue la máxima expresión de una rebelión que se inició luego del nombramiento de Mestre al frente de la arquidiócesis de La Plata -la tercera en importancia del país detrás de Buenos Aires y Córdoba-, el 28 de julio del año pasado y el anhelo de muchos fieles de que el padre Albóniga fuera su sucesor, una rebelión presuntamente amparada, no desactivada, por Mestre que derivó en la sucesiva renuncia de dos obispos elegidos por Francisco para sucederlo.
Mientras Mestre daba sus primeros pasos en La Plata sucediendo a monseñor Víctor Fernández, convocado por el Papa para un alto cargo en el Vaticano, el 21 de noviembre el Vaticano anunció el nombramiento como nuevo obispo marplatense de monseñor José María Baliña, por entonces obispo auxiliar de Buenos Aires, pero el 13 de diciembre -apenas tres semanas después- presentó su renuncia por “problemas de salud”.
La Santa Sede informó que su sucesor sería monseñor Gustavo Larrazábal, que se venía desempeñando como obispo auxiliar de San Juan, pero que también renunció a mediados de enero, tres días antes de asumir, al conocerse que pesaba sobre él una denuncia por acoso y abuso de poder en perjuicio de una empleada entre 2007 y 2013 de la que, finalmente, fue desafectado por falta de mérito.
“Les comparto que luego de un proceso de discernimiento y oración realizado muy a conciencia, he llegado a la conclusión de que no es oportuno asumir el gobierno pastoral de las diócesis de Mar del Plata”, escribió Larrazábal en una carta abierta a quienes iban a ser sus futuros feligreses, que estaban indignados al conocer la denuncia, filtrada a los medios marplatenses.
Ante la renuncia de dos obispos, Francisco nombró a un nuevo administrador diocesano de su confianza, el también jesuita y obispo auxiliar de Buenos Aires, Ernesto Giobando, y dos semanas después se produjo el traslado a la lejana diócesis de Jujuy del padre Albóniga, que cayó muy mal no sólo entre los fieles e incluso sectores del clero, sino también entre dirigentes de diversos ámbitos.
“La Santa Sede a través del Administrador Apostólico informa que el presbítero Luis Albóniga fue trasladado por un tiempo a la diócesis de Jujuy, debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano”, reveló el 30 de enero en un comunicado el obispado de Mar del Plata.
La tensión fue tal que monseñor Giobando decidió no asistir el 10 de febrero a la canonización en el Vaticano de Mama Antula, la primera santa argentina, pese a ser el postulador (impulsor oficial) de la causa y haber jugado un papel clave en la curación científicamente inexplicable de un hombre santafesino al pedirle a sus familiares que le rezaran a la mujer para que intercediera ante Dios y obrara el milagro de su curación.
En una declaración de protesta, los fieles dicen que Albóniga “se ganó el respeto por su carisma, inteligencia, humildad y cultura, que atrae a feligreses de otras parroquias, en particular por sus homilías, que son de inusual calidad, tanto en lo religioso como en lo espiritual” y señalan que “muestra de ello es que en las misas la parroquia desbordaba y se colmaba sobradamente su capacidad”.
Finalmente se produjo la protesta en la misa crismal de la pasada Semana Santa y luego llegó el llamado a Roma de Mestre, el encuentro con el Papa y su renuncia explicada en términos muy generales por el ahora ex arzobispo de La Plata en una carta al clero y los fieles platenses.
“En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”.
Fuente: Religión Digital y VR