Kicillof y Montenegro sonriente (sin barbijo). Parece una foto robada por el diario oficialista por excelencia
Los secretarios del jefe comunal tienen prohibido hablar sobre todos los temas y el propio jefe comunal está coucheado para no referirse a hechos de inseguridad ni casos de covid. En este tren de destrato y desatención se administra la Municipalidad de General Pueyrredon, hoy la ciudad que está en la tapa de todos los diarios y en el home de los medios digitales de todo el país.
Cuántas lecturas alcanza la foto del gobernador bonaerense y el intendente marplatense. Profundamente distanciados políticamente, hay que hurgar en cuestiones de fondo de una relación inexistente hasta el momento.
Montenegro ya ha recurrido al clinch como arte defensivo utilizado en el boxeo para evitar el castigo, así lo hizo con Alberto Fernández y Sergio Berni entre otros, cualquier colectivo lo deja en Luro e Yrigoyen.
Tampoco sería procedente considerar que “Kicillof discrimina a Mar del Plata” como desplegó el “halcón” Alejandro Rabinovich, convertido en senador provincial que no acompaña el vuelo, cuando hay que enfrentar al kirchnerismo ha demostrado que es una paloma.
Axel Kicillof con la provincia intervenida desde las PASO y Guillermo Montenegro con una gestión donde lo único que brilla son los estados de emergencia, que rayan las dudas y las sospechas de manejos turbios, como siempre ocurre bajo estados de excepción y se apela a contrataciones que exceden los montos estipulados por la ley.
Montenegro ya tiene esos antecedentes en su gestión en CABA.
Mar del Plata, de hecho, también esta intervenida y los contribuyentes, vecinos y turistas lo sufren diariamente. El siempre e híper oficialista multimedios La Capital ilustró con una foto entre ambos, un momento que habla más allá de la imagen.
Los separa la ideología, aunque los vincula una discapacidad de gestión que es cada día más notoria. La interpretación más cercana debería ser el olfato, un sentido que no ostentan los políticos salvo en situaciones de extrema emergencia.
La prudencia indica que sólo falta una chispa. Para Kicillof emancipado en economía vernácula, no debería escapar que estamos en la cuenta regresiva de una situación terminal, que no cierra desde el ministerio de Martín Guzmán. Sólo falta saber cuándo choca.
No obstante se abraza al éxito de una “temporada despampanante”, necesita un título calificativo para adjudicarse un éxito que ya se empaña el crecimiento de casos de contagios de Ómicron y el pase sanitario
El déficit de gestión de Montenegro tiene efectos demoledores y expansivos. Hoy la recaudación municipal por todo concepto se extingue en pago de sueldos y el contrato de recolección de residuos y afines. El nivel de sub ejecución en obras y servicios públicos es el más bajo de la historia de la ciudad.
Muy pronto saldrán a la luz cómo se han ejecutado las partidas del presupuesto del actual ejercicio, cuando deba ir por un aumento de tasas del orden del 50 %, destinado a mantener el “statu quo”, será cero la inversión de la MGP para mejorar la calidad de vida de los marplatenses.
Montenegro ya sabe que en el manual de las excusas figuran la escasa asistencia de Nación y Provincia, la pandemia y la crisis macroeconómica que afecta a todo el país.
La pantalla del boom turístico es una foto que muy bien puede volverse rápidamente sepia, cuando la crisis inflacionaria tenga su epílogo por las buenas o por las malas, según los describen desde la ortodoxia hasta la heterodoxia de la economía.
De qué pueden hablar Kicillof y Montenegro, ambos son socios en las pérdidas, es inexorable aunque entre Juntos y el Frente de Todos hayan capitalizado el total de las bancas en disputa en General Pueyrredon, hace sólo 45 días. No hay motivos para ser optimistas ni trazar un plan de expectativas.
El gobernador y el intendente deben celebrar un acuerdo mutuo, para que no se convierta en una pesadilla el desafío de tener que atender una inesperada afluencia turística, una especie de boomerang. No hay capacidad de semejante respuesta desde el Estado.
Muy posiblemente para el gobernador haya sido la foto de la vergüenza, si hay que imaginar cuál será la actitud de sus asombrados concejales. Ya tienen problemas internos y no saben para que arco patear, ahora será la imagen de un derrumbe.
Se presume que habrá una bajada de línea política, aunque en Mar del Plata la oposición tiene para hacer dulce, pero le faltan los votos, así que todo será gratuito. Lo arreglan con un poco de euforia en el acting, porque ya saben que todo está negociado.
La foto es el aire que necesita el intendente Montenegro en este nuevo clinch que ensaya con el kirchnerismo. Es difícil militar el oficialismo y que nadie se percate de ello.
Jorge Elías Gómez
Foto Diario La Capital