Una tragedia
Por Virginia Ceratto
Tragedia. De Traigodia. Canto fúnebre que sigue a un cortejo, en honor a Dionisos, y en alabanza al personaje célebre que ha partido. Anuncia que hubo un pasaje, ojalá junto a los dioses. Y también, que todo renacerá.
En más de un sentido, la vida de Jorge fue una tragedia, desde su espantoso paso por el Olimpo, nuestro horrendo Olimpo argentino, hasta la pobreza que supo afrontar, y luego las obras en los escenarios, donde fue el mejor Sócrates (en Villa Gainza), el mejor Creonte (en la Payró). Y fue un constante renacer.
Como director del Auditórium decidió, junto con su amigo y entonces jefe de Gabinete Gustavo Giordano, darnos carta blanca a un grupo diverso, para conmemorar y por primera vez, el Día de la Dignidad Gay en un teatro oficial. Aquello, para la pacatería propia y ajena, fue un escándalo… y se transformó en tradición. Gracias a que dijo “Sí”, y hoy la comunidad LGTBQ+ debe, también, rendirle un homenaje, porque esa firma, junto con la de su predecesor, fue el antecedente que nadie, aunque fuera para quedar bien, pudo parar. Lo suyo no era lo políticamente correcto, aún en tiempos en donde no se hablaba de ciertas cosas. Como si las personas lo fueran.
En fotos cedidas con amor por Luciano Brindisi, rescato uno de sus últimos trabajos, que por cierto, ya había hecho antes… su Leona de “Orquesta…”. Esa renga que ante la confesión de una intérprete dice “No”. Dice No.
Y así era Jorge, siempre sí, pero, si había que poner un principio por delante, ante el oprobio, la injusticia, sabía plantarse y decir NO. Tenía límites claros, y que no cambiaba ni cedía. Y eso, junto con su calidad, con su don de gente, lo hizo un gran hombre.
Elegiría y lo haré con el tiempo, en la piscina de Gustavo, en Lezama, celebrando un aniversario. Lo escucharé diciéndome “Flaqui, no aflojes…”, lo recordaré, y recordar es pasar dos veces por el corazón, junto con su mujer, Roxi, en las marchas, en la despedida de Pepe García, cancelando una gira porque había ocurrido una muerte y agarrándose la cabeza pensando en cómo decirle al hijo de Clara… Y después nos quedamos en silencio, en su ante despacho, tomando algo, desprendidos a hachazos de la vida, y sabiendo que había que seguir, pero esa tarde no, esa tarde la función no tenía de continuar.
Su corazón le jugó una pasada fea. A veces el corazón, de tan pleno, también dice No. Y la leyenda de Jorge, que ya está en nosotros, nos lo hará saber siempre.
A su familia, a sus amigos, a sus colegas.
Y hoy toca llorar. Porque no se fue de gira. Se murió. Y es algo, aún en tiempos de muerte, que nos resulta insoportable.
Jorge querido, estarás diciéndome que por qué la lengua no binaria y estarás riéndote, tal vez, porque sabés que soy incorregible, aunque sin ser peronista, como vos.
Jorge querido, te fuiste tal vez, para afirmar que la muerte está mal. Y que no tenemos que quedarnos en calma, que estos desvíos son un escándalo.
Jorge querido, nos vemos en el futuro.