No hay nada más sensible a los bonaerenses que la inseguridad. Preocupa más que la inflación. La presentación del doctor Juan Manuel Pettigiani, obró como una implosión en el ámbito de su alcance. Y no es para menos, la cuestión de fondo es que en Mar del Plata, no está asegurada la dotación mínima de policías por miles de habitantes de población.
El gobernador Daniel Scioli, en el mismo acto de re inauguración del Gran Hotel Dorá (principios de 2008) bautizado como “Soy Constructor”, junto a la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y al intendente Gustavo Pulti, prometía públicamente la incorporación durante su gobierno de 10.000 policías y la pavimentación (sólo en Mar del Plata de 9.393 cuadras – el equivalente a la ruta 88 entre esta ciudad y Necochea).
Es sólo a título de información y a la diferencia que existe entre anuncios y hechos concretos de gobierno. La Prefectura Nacional está en Mar del Plata, porque faltan policías bonaerenses, o por qué la eficiencia de los mismos no es la adecuada, ésta es la cuestión de fondo. Es sabido que por la ley en Defensa de la Democracia, la Prefectura no puede actuar en asuntos de índole interno del país.
Si agregamos a estas variantes, las sobradas sospechas de malversación, desvíos de fondos, descontrol en el gasto, todo de recursos afectados, la corrupción aparece como calificativo inevitable, en perjuicio de la población que sufre vejámenes de todo tipo, cayendo como último escalón, indefectiblemente en el asesinato, moneda común en el territorio bonaerense, no es Mar del Plata la excepción. Por lo cual no sería extraño, que el procedimiento del fiscal Pettigiani, no se extienda a otras jurisdicciones.
Pero si la presentación de oficio no resultare suficiente, el fiscal Claudio Kishimoto, en quien recayó la denuncia del doctor Pettigiani, le sumó más profundidad al asunto, no descartando “la malversación y el descontrol del gasto” de millones de pesos que provienen del Estado Nacional. “Vos mándame (la plata) que yo la gasto” en el argot popular; de rendir cuenta ni hablar.
La instancia judicial ha conmovido los cimientos del gobierno municipal. A la presentación de Pettigiani, le siguieron dos grandes reveses a la intendencia, sólo atenuados por la feria judicial. Una de ellas le cupo al secretario de Gobierno doctor Ariel Ciano, a quien se le desestimó su reclamo del aviso en “off”, a cargo del titular de la denuncia. “Vos sos abogado y sabes lo que hay qué hacer”, le devolvieron del otro extremo de la línea telefónica celular. La inexcusable figura del Estado querellante, como damnificado, fue la obvia respuesta; el acusado se expone como víctima. Ex compañeros de tareas formalizaban un desencuentro. El profesional municipal, quedaba muy mal parado ante su jefe, el intendente Pulti.
No le fue mejor al presidente del Concejo Deliberante arquitecto Marcelo Artime, en su intento de volver prolija una situación desbordante. En muy pocas palabras, el juez federal Alejandro Castellanos, no dejó lugar a dudas. Consideró improcedente y carente de formalidad la requisitoria del titular del Honorable Concejo Deliberante. En buen romance y como dicen en el barrio lo mandaron de paseo, lo cual no es un dato menor, ya le pusieron distancia.
Una primera conclusión, sería que la paciencia ha llegado a sus límites de tolerancia, en ciertos niveles de la aplicación justicia, a favor de la gente. Detrás de Artime y Ciano, está Pulti, por si hiciera falta aclararlo. Pero no es todo, también por si hiciera falta, la denuncia de Pettigiani, configura la inobservancia en los presuntos delitos denunciados, de parte de la Fiscalía General a cargo del doctor Fabián Fernández Garello.
Es decir que todo lo que ha denunciado el doctor Juan Manuel Pettigiani, no fue advertido (o si lo fue) no mereció actuación alguna, por parte del Ministerio Público Bonaerense, lo cual consta taxativamente en el texto.
A esta altura de los acontecimientos, sería de novatos e improvisados, no saber de qué se está hablando. Falta de rendición de gastos millonarios, justificación de los mismos y responsabilidades primarias y secundarias, cuando están en juego patrimonios y vidas ajenas, las cuales el Estado debe preservar. Todo en el marco de una campaña política, solventada con el dinero de los contribuyentes, y que no ha sido cumplida.
Foros de Seguridad, Vecinos Autoconvocados por la inseguridad, Familiares y Amigos de Víctimas del Delito, se han fortalecido y documentado, desgraciadamente, en esta etapa de la vida de la vida en democracia. Estas organizaciones ya se han presentado en el expediente que abrió la denuncia del doctor Pettigiani. Si la causa no obedece a razones políticas y se diligencia con la seriedad de los cargos, debe arribarse a sanciones condenatorias desde lo político, es excluyente esta conclusión si nos atenemos a las pruebas que llueven y lloverán, sobre el escritorio del fiscal Claudio Kishimoto.
No será una cuestión de competencia. Son fondos federales indebidamente aplicados e imputados, según las pruebas ofrecidas. Los comprobantes escapan a la razonabilidad y al sentido común, hasta volverse incursos en el delito. La justicia bien aplicada no falla.
Jorge Elías Gómez
jgomez@mdphoy.com