No se trata de una voz con tono de drama, compungida y suplicante. Hará falta una mano más de revoque, para tapar las grietas y las fisuras por las cuales se escaparon recursos, fondos públicos y privados, que se dispusieron para sostener algo que impusieron como modelo, pero que es la simple apropiación de dinero ajeno y también de todos los argentinos.
No es un desliz, el sistema ha sido fraguado y montado de manera artera. Siempre ha sido el pueblo argentino, el que pagó las deudas. Sobre sus espaldas siempre recayó el esfuerzo de desquicios de los gobiernos, que han privilegiado su continuidad, respondiendo a la devoción del poder y el enriquecimiento de sus dirigentes, sea cual fuera su nivel de responsabilidad, salvo honrosas excepciones.
Qué puede esperar un habitante que no tiene garantizada la seguridad ni la justicia. El poder del Estado hoy convertido en un monopolio político, ha dejada inmersa a una oposición lenta de reflejos, casi hasta pecando de amateurismo. El círculo del gasto se ha limitado al consumo de bienes, sostenido por los ingresos de una demanda mundial globalizada. Ese acceso a la oferta, obedeció a un gasto inducido, por las líneas de financiamiento de quienes manejan la caja. El populismo en su versión más burda.
¿Cómo se puede sostener oficialmente, que una persona necesite sólo $ 5.- por día para alimentarse? El dólar paralelo está justo en $ 5.- Cabe una comparativa. ¿En qué país del mundo una persona se alimenta a razón de 1 dólar por día? Un solo ejemplo, haría falta.
Un trabajador con sus ingresos blanqueados, está bajo la línea de pobreza. Por supuesto que no es un camionero. A su líder el poder político lo ha pasado a degüello por estas horas. Fue funcional al modelo, al cual sirvió quijotescamente, ahora dirá inmolarse por los compañeros trabajadores. Otra patraña que deberemos vivir, cómo los 14 paros generales del cervecero durante 5 años y medio, que luego en el ´89 empezó a cobrar como diputado nacional. Ahora lo disfruta un octogenario ex presidente y senador nacional, que también se entregó a un férreo manejo de las riendas del poder.
¿Por qué están destruidas las rutas del país? Porque al camionero le pagaron concediéndole el permiso de levantar las balanzas viales. Los caminos pavimentados, calculados para que circulen camiones con hasta 30/40 toneladas, pasaron a transportar 70.000 kilos, haciéndose cargo en el país durante 10 años, del flete de la demanda histórica de productos primarios en el orden mundial. De paso condenaron a muerte al ferrocarril.
Lo mismo ha pasado con la energía, tanto gas, electricidad y combustibles. También el transporte, cualquiera lo puede observar. Se ha recaudado en función de mantener el cliente, no como política seria de Estado. Como no hay justicia ni seguridad, tampoco hay educación pública de excelencia. En salud, el gasto público está entre los primeros diez países del mundo, pero en el nivel de la prestación, se ubica arriba del 50 ° puesto.
Lo de la justicia, con lo casos de los periodistas y economistas, citados a través de sus medios de comunicación, del sindicalista ferroviario detenido y luego liberado, la inmunidad que nace de la protección a instituciones emblemáticas defensoras de los derechos humanos, que pasan a manejar fabulosas sumas públicas a través de la discrecionalidad de un apoderado con terrible antecedente penal, la desvergonzada utilización del futbol y sus transmisiones televisivas, como moneda de cambio para tapar la corrupción de los clubes con la corrupción pública, entendida como modelo de propaganda del Estado, es demasiado.
Esto no es comparar el 20 de diciembre de 2001 con hoy, 17 de octubre de 2010. Es dejar al descubierto, un maquillaje que se aplica para disimular, un estado real de un estado contenido en una burbuja de detergente, es una pompa de jabón. Son cuestiones de fondo, no se reparan 8 años de desaciertos, casi una década es una bisagra para la vida de un país. Pero no casi una década más, sino la más rica de toda la historia de la Argentina desde 1810. El 2012 nos sorprenderá con más pobres, y con un tesoro nacional insuficiente, cómo para revertir un cuadro de extrema complejidad.
Un país que no es competitivo por la asfixia de los tributos a la AFIP, ARBA y ARM, en cada factura, la carga para el comprador multiplica su valor a partir del 21 % de IVA. Las retenciones, los aportes, los subsidios legislados, vuelven a nuestro país más caro que los países de Europa más desarrollados, no solamente en alimentos, sino en servicios públicos y régimen de jubilaciones, que en el caso de la Argentina es directamente tener un certificado de defunción, que expira cuando la resistencia humana llega al límite.
Los indignados, no es un fenómeno localizado, que haya predominado en una región, o un proceso que se haya iniciado en el Norte de África, se haya extendido por Europa y que haya recalado en EE.UU. Los indignados y su movimiento, van a llegar a la Argentina. En el 2001 después del “que se vayan todos”, sólo emergió esa condena social. A partir del 2001, increíblemente volvemos a asistir por decantación, a una nueva frustración que se edificó a través del engaño y la mentira. No es culpa de la democracia, a la cual hay que santificar como modelo de elección y de expresión popular y civilizada, el problema es cuando vienen más de los mismos, con la mácula de la corrupción, con un maquillaje que precisamente suma indignados. Otro 50 % que también tiene voz y voto.
Jorge Elías Gómez