Salud

Gluten, un asesino transgénico en su cerebro

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Padecemos un excesivo consumo de granos altamente procesados: es una realidad fácilmente verificable. También lo es que la semilla de trigo que se siembra hoy día no es la semilla de trigo de antes porque ha sido modificada para que produzca más gluten. El resultado es que la alimentación ha incrementado la incidencia de la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten, afirma Arthur Agatston, director médico del bienestar y la prevención en Baptist Health y autor del libro “The South Beach Diet Gluten Solution”.

Él afirma que la sensibilidad al gluten puede causar síntomas tales como diarrea, fatiga, dolores de cabeza, depresión, dolor en las articulaciones, problemas en la piel y problemas de peso. También se ha vinculado a la artritis, la tiroiditis, la diabetes y todo tipo de problemas autoinmunes.

Investigadores médicos estadounidenses creen que más del 50% de las personas son sensibles al gluten en cierto grado. Para estas personas, el gluten –la proteína que se encuentra de forma natural en el trigo, la cebada y el centeno– puede causar una serie de trastornos de salud que van de leve a extrema.

Según The Lancet Neurology, revista muy respetada sobre investigaciones del cerebro, el hoy incurable Alzheimer -la forma más común de demencia y el término general para pérdida de memoria y otras incapacidades intelectuales suficientemente serias como para interferir con la vida diaria-, es prevenible.

La advertencia de los neurólogos: Para proteger su salud cerebral y prevenir la demencia, debe evitar el azúcar y los carbohidratos, y el gluten.

“No hay absolutamente ningún inconveniente en reducir o eliminar el gluten”, dijo el neurólogo Agatston. “Es completamente sano hacerlo. Incluso las personas que piensan que no son sensibles al gluten pueden descubrir que se sienten mejor y obtienen mejores resultados cuando no lo consumen. Un gran éxito es el del tenista Novak Djokovic. Su ascenso al convertirse en el jugador Nº 1 del tenis en el mundo comenzó poco después de renunciar al gluten, agregó.

N°1. Cuidado con la dieta

Hace algunos años, los padres de una niña llamada Karen acudieron al neurólogo estadounidense David Perlmutter porque la menor presentaba problemas recurrentes al razonar y concentrarse, lo que afectaba su desempeño en matemáticas y lenguaje. Era un enigma: los exámenes no revelaban anomalías evidentes en la anatomía del cerebro de Karen y, además, sus padres relataban que había períodos en que la niña se desempeñaba con normalidad.

Esto último llamó la atención de Perlmutter, porque indicaba que el cerebro estaba sano y que había algo más que lo afectaba de tanto en tanto.

Considerando que la dieta es uno de los factores que más varía, él ordenó varios tests. Estos detectaron intolerancia al gluten, proteína presente en cereales como el trigo y que en algunas personas activa una reacción que les impide procesar alimentos como pan y pastas.

Lo curioso es que Karen no tenía problemas estomacales, pero aun así Perlmutter aconsejó quitar el gluten de su dieta.

En 2 semanas, sus funciones cognitivas mejoraron y al terminar el año era de las mejores de su curso. Estos intrigantes resultados llevaron a Perlmutter a especializarse en la relación dieta-cerebro y a integrarse al Colegio Estadounidense de Nutrición, experiencia reflejad en su libro “Grain Brain”, que recopila estudios que muestran cómo el azúcar, los hidratos de carbono y el gluten pueden incidir en la aparición del trastorno neurodegenerativo Alzheimer.

“Como neurólogo que trata con pacientes y sus familias y como cuidador de un padre que sufre este mal, la obsesión por crear drogas que no han dado ningún resultado es frustrante, porque los estudios indican que el 54% de los casos podría evitarse si se prestara atención a factores modificables como la dieta”, escribió en la web Daily Beast.

Su punto de vista es compartido por Paul Nussbaum, neurosicólogo de la Pittsburgh University y consejero de la estadounidense Fundación de Alzheimer: “El estilo de vida es crítico para nuestra salud cerebral y los estudios indican que ciertos mecanismos ambientales ayudan a que el cerebro se defienda de la expresión de la enfermedad”.

2. Transgénicos, un problema grande

1 de cada 10 celíacos (término usado para quienes son intolerantes al gluten) desconoce que presenta esta condición, de acuerdo a un estudio de la Clínica Mayo (2012, USA), que comparó muestras de sangre tomadas en 1948 con muestras actuales y reveló que los jóvenes celíacos son 4 veces más que a mediados del siglo 20.

Una explicación que ofrece el cardiólogo William Davis, en su libro “Wheat Belly”: “El trigo ha sido modificado genéticamente para tener 50 veces más gluten”. ¿El motivo? “Su proteína gliadina es un opiáceo que estimula el apetito”.

Si bien se creía que la intolerancia al gluten era sólo un cuadro gastrointestinal, la Sheffield University (Reino Unido) demostró que puede manifestarse sólo con problemas de memoria y sin malestares estomacales, tal como ocurrió con Karen.

En su reporte, el médico Marios Hadjivassilou afirma: “A veces, este cuadro puede ser exclusivamente neurológico”.

Otros estudios de Hadjivassilou relacionan al gluten con lesiones en la sustancia blanca del cerebro (compuesta por fibras nerviosas cubiertas de mielina, sustancia que las protege y cuya destrucción induce el Alzheimer) e inflamación de los vasos sanguíneos cerebrales que inciden en la demencia.

Perlmutter explica que la sensibilidad al gluten se genera por una alta liberación de anticuerpos ante la presencia de la gliadina. Esto origina una respuesta inflamatoria a nivel cerebral mediada por citocinas, químicos que han sido ligados al Alzheimer y al Parkinson.

“Al cerebro no le gustan estas reacciones inflamatorias y no responde bien a las citocinas. La razón es que estos agentes terminan dañando las mitocondrias, los generadores de energía de las células. Cuando esto ocurre, se genera un suicidio celular”, dice Perlmutter.

N°3. Cuidar el cerebro

El estudio de la Clínica Mayo reveló que las personas de mayor edad con dietas altas en “grasas buenas” (nueces, paltas o aceite de oliva) y bajas en carbohidratos (pan, golosinas o alimentos procesados, como papas fritas) tienen 42% menos de riesgo de deterioro cognitivo.

“El cerebro está compuesto en 60% por grasa; de hecho, es la zona más grasosa del organismo. Las grasas buenas resguardan los conductos nerviosos y hacen que la información se propague rápidamente entre las neuronas”, explica Paul Nussbaum.

Por el contrario, los expertos coinciden en que los alimentos procesados y las grasas trans (helados, alimentos fritos, snacks) reducen la actividad sináptica de las células nerviosas, de acuerdo a un estudio con ratas de la Curtin University of Technology (Australia), cuyos expertos descubrieron que estas grasas dañan el recubrimiento de los vasos sanguíneos cerebrales, permitiendo la entrada de la proteína amiloide, que se acumula en las células nerviosas, inflamándolas y provocando su deterioro y posterior muerte.

Según Nussbaum, los alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3 (salmón, nueces, aceite de soja) tienen el efecto opuesto: nutren las células cerebrales y “potencian su actividad eléctrica”. Por esto, Perlmutter suele someter a sus pacientes a una dieta compuesta entre 50% y 60% por “grasas buenas”.

N°4. Maldita azúcar

Los altos niveles de azúcar en la sangre se ligan con el riesgo de demencia senil. Lo demostraron expertos de la Washington University, quienes siguieron a 2.000 adultos mayores por casi 7 años y establecieron que esta afición por lo dulce eleva en 18% el riesgo de Alzheimer.

Según Paul Nussbaum, por este motivo, los crecientes índices de diabetes, patología caracterizada por alta presencia de azúcar en la sangre, son “un problema cada vez más alarmante para nuestra salud cerebral”.

Perlmutter afirma que la diabetes duplica el riesgo de Alzheimer. Los carbohidratos complejos, presentes en alimentos como pastas y pan, son convertidos por el organismo en azúcar, compuesto que según la Clínica Mayo deteriora los vasos sanguíneos cerebrales e incentiva el desarrollo de placas de amiloides.

Además, eleva la producción de radicales libres, subproductos del proceso metabólico que dañan el hipocampo, centro cerebral de la memoria y una de las primeras víctimas del Alzheimer.

El gluten penetra no sólo el intestino, sino su cerebro, lo que le permite que otras proteínas ingresen al torrente sanguíneo también. La investigación indica que esto sensibiliza el sistema inmunológico y favorece la inflamación y la autoinmunidad.

Y la inflamación, dicen los neurólogos, es la piedra angular de la demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer.

Los niveles de azúcar en la sangre crónicamente altos que vienen con una dieta alta en carbohidratos causan problemas de enfoque o “niebla cerebral”, y ponen a las personas en mayor riesgo de padecer de demencia.

Los pacientes del neurólogo Agatston reportaron que desaparecía esa misma sensación de “confusión mental” cuando eliminaron o redujeron su ingesta de gluten.

Un estudio que apareció en la publicación Journal of Alzheimer’s Disease, en 2012, reveló que las personas que consumían mayores cantidades de carbohidratos en sus dietas tenían un mayor riesgo de demencia en un 89%.

Los científicos y médicos, entre ellos el Dr. Agatston, nos han dicho durante años que una dieta más baja en carbohidratos procesados y más alta en proteínas magras y grasas buenas es el mejor modo de mantener el azúcar en la sangre baja. Estos carbohidratos procesados, dice el Dr. Agatston, a menudo contienen gluten. Con esto en mente, se dice que, “vale la pena que todos probemos a eliminar el gluten”.

N°5. ¿Qué es la zonulina?

“La selección de estilos de vida, como los ejercicios aeróbicos y comer cantidades abundantes de grasas saludables y reducir los carbohidratos, afecta la salud total del cerebro, al igual que el riesgo de padecer de Alzheimer”, explica el neurólogo Perlmutter.

Los alimentos son un potente modulador de la epigenética y pueden habilitar o interferir con nuestro ADN, a la vez que regulan la expresión de muchos genes.

Perlmutter piensa que uno de los culpables más grandes del deterioro de la salud cerebral en los tiempos modernos ha sido la introducción del trigo transgénico en la dieta humana. Las siembras de trigo de hoy día, modernas e híbridas, comparten pocas similitudes genéticas, estructurales y químicas con el grano de escanda silvestre que consumían nuestros antepasados en pequeñas cantidades.

En Occidente, el 20% de las calorías provienen de alimentos a base de trigo. Perlmutter está entre las personas que consideran estas estadísticas peligrosas, en especial desde que el Dr. Alessio Fasano, pediatra gastroenterólogo e investigador científico que dirige el Centro de Investigación y Tratamiento de la Enfermedad Celiaca en el Hospital General de Massachusetts, en Boston, encontró que el gluten en el trigo lleva a la producción de zonulina en el intestino.

La zonulina aumenta la permeabilidad de la pared intestinal, lo que permite que las proteínas se filtren desde el intestino al torrente sanguíneo, explica Perlmutter.

Estas proteínas, que normalmente permanecen dentro del sistema digestivo, entonces desafían las partes del sistema inmunitario, la fascia macro y otros tipos de células blancas que aumentan la producción de químicos que promueven la inflamación.

“La zonulina es la piedra angular de enfermedades caracterizadas por la inflamación del cerebro (Alzheimer, autismo, Parkinson y trastorno de déficit de atención), al igual que enfermedades autoinmunes”, advierte Perlmutter.

La investigación de Fasano muestra que tal reacción a la zonulina está presente en 100% de los seres humanos—no solo en el 1.8% de la población que tiene la enfermedad celiaca o el 30% que tiene sensibilidad al gluten.

“Una característica distintiva de lo que llamo un cerebro de grano es que la disfunción cerebral se basa en la inflamación por el consumo de gluten, al igual que cadenas largas de moléculas de azúcar conocidas como carbohidratos”, dice Perlmutter.

Perlmutter cita un análisis publicado por Loren Cordain, autora del libro “The Paleo Diet”: “Estamos desafiando cada vez más la fisiología humana al consumir lo que no estamos genéticamente preparados para procesar, como las 133 libras de trigo promedio que consumen los estadounidenses anualmente.”

N°6. Una dieta… con poca fruta

Una dieta alta en carbohidratos ha sido directamente relacionada con atrofia o encogimiento cerebral, según informa un estudio alemán reciente de la Universidad de Bonn publicado en la revista Neurology.

Una prueba de sangre para hemoglobina A1C, la prueba de laboratorio estándar para medir el promedio de azúcar en sangre, es utilizada con frecuencia en estudios que correlacionan el control de azúcar en la sangre con varios procesos de enfermedad con el Alzheimer, el deterioro cognitivo leve y la enfermedad coronaria.

Los investigadores concluyeron que la hemoglobina A1C elevada se asocia directamente con encogimiento del cerebro, dice Perlmutter.

“La función del cerebro, que es 60% a 70% grasa y mantenida por las grasas que consumimos, depende de su ambiente”, advierte él en “Grain Brain”.

Luego, él recomienda una dieta que sea agresivamente baja en carbohidratos (60 gramos por día) y abundante en grasas que apoyan las grasas cerebrales.

Estas incluyen: aceite de oliva extra virgen, aceite de sésamo, aceite de coco, ghee, leche de almendra, palta, aceitunas, nueces, manteca de nueces, queso y semillas como de linaza, girasol, calabaza, sésamo y chia.

También

> que sea abundante en vegetales que crecen por encima de la tierra, como la col rizada, brócoli, espinaca, coliflor, coles de Bruselas y lechugas, y

> que sea baja en vegetales como: remolacha, zanahorias y papas, ya que son altos en carbohidratos.

Y él hace un llamado a reducir el consumo de frutas.

“Consumir 2 a 4 porciones de fruta todos los días, según la pirámide alimentaria occidental actual, no es de ayuda. Más en la línea de evitar el deterioro cerebral, es mejor consumir una manzana o un puñado de fresas o similares; o alrededor de 100 calorías de cualquier fruta. En mi opinion, la pirámide necesita invertirse”, dice Perlmutter.

“Debemos tener una dieta similar con la que sobrevivieron nuestros antepasados por 6.2 millones de años y reprogramarnos para apoyar nuestro destino genético para uno mejor.”

N°7. Una conclusión

Ya antes de escribir”The South Beach Diet Gluten Solution”, el médico Agatston comprobó los beneficios de dejar el gluten cuando trabajaba en su libro, “La Dieta de South Beach”.

“En la 1ra. fase, la Dieta South Beach no prevé grano alguno para así prevenir oscilaciones en glucemia y ayudar a controlar los antojos. Por lo tanto, fue también involuntariamente libre de gluten. Y las personas en la 1ra. fase de la dieta se sentían tan bien que no querían pasar a la 2da. fase. Vimos padecimientos como artritis juvenil, psoriasis y migrañas desaparecer. Me di cuenta de que era la parte ‘involuntariamente sin gluten’ que fue haciendo que la gente se sintiera tan bien”, recuerda Agatston.

El mensaje: El cerebro no está destinado al fracaso como cuestión de rutina a medida que envejece. Y es posible prevenir la demencia. Una de las mejores estrategias dietéticas para proteger su salud cerebral es reducir el consumo de carbohidratos no vegetales, incluidos los azúcares, granos y, por tanto, el gluten, mientras que aumenta el consumo de proteínas magras y grasas saludables.

Urgente24

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