Glamour de verano: ola amarilla por ola naranja

¿Puede la gobernadora salir a rifar su mayor capital? Coherencia, compromiso, credibilidad en una sola jugada. ¿El desafío lo merece? No es momento de campaña y las elecciones fueron tan sólo hace 50 días. Si es una política de Estado merece más cuidado, ya que se ha profundizado la modalidad del doble comando en la ciudad. El EMTUR, por ejemplo, tuvo participación cero.

Ya vivimos la fiesta del refulado de arena con playas kilométricas, junto a la inauguración de la Autovía Juan Manuel Fangio y años más adelante la Terminal de ómnibus nueva. Los duetos de Russak con Menem, Aprile con Duhalde, Katz con Néstor y Pulti con CFK.  Es más de los mismo, con una lacerante conclusión, Mar del Plata, definitivamente ha perdido su autenticidad, su independencia y su autonomía.

 Quiénes asesoran a Vidal y quiénes le aconsejan sus movimientos, una vez más deben protegerla de exposiciones que no tienen retorno. El glamour de las playas públicas, en relación a lo existente en los respectivos espacios, es un paso adelante trascendental en la oferta turística de la ciudad, que tiene como destinatarios a usuarios de esos servicios. Muy bienvenidos por cierto con el glamour del decorado incorporado.

Pero cuándo se habla de un éxito de la temporada, en general la referencia apunta a otros rubros, de los cuales la economía marplatense está ávida, fundamentalmente de rentabilidad. Tal vez sea apresurado, pero en ciertos aspectos dejó la impresión de un avance del Estado sobre el riesgo de la inversión privada. Después de esta movida debe haber muchos replanteos y puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Hay que aplaudir toda la asistencia e infraestructura a la que accede la ciudad para volcársela a los turistas. La Nación y la Provincia, acuden a una maniobra de salvataje, que ni la actividad privada ni municipalidad hubieran podido encarar, eso está claro. Hay financiación de la banca provincial, del transporte ferroviario, aporte sin los cuales los anuncios de ayer caerían en abstracto o en incumplimientos.

No debería desconocer la gobernadora, cuáles son las expectativas reales del movimiento turístico de la próxima temporada alta en Mar del Plata, un destino que ha decaído en los últimos 10 años. En Uruguay, Chile y Brasil (sólo en tres países) se frotan las manos y festejan la próxima llegada de argentinos y rotulan por anticipado al verano 2017/18 como el mejor de los últimos tiempos.

Vidal arremetió ayer, hacia un objetivo de mayor conflicto que las últimas elecciones, lo cual nos exime de un mayor comentario. Sabía que iba a perder por goleada y decidió colgarse del travesaño, para diluir el impacto político de una floja performance estival. ¿La marcha de la economía resiste este tipo de señales? o sólo es una demostración más de que resta mucho por hacer.

No hay que confundir con “gattaflorismo”, ojalá esta implementación de playas públicas confortables hubieran tenido espacio todos los veranos marplatenses. Lo que se trata es de hacer sustentables los servicios y su explotación, con un mínimo de rentabilidad que garantice el rendimiento de una inversión en la materia. De ahora en más, estos servicios anunciados ayer, deberán ser mantenidos por lo años de los años, van a ser parte del paisaje junto al mar.

Hay muchos, demasiados intereses económicos, que orbitan en la explotación de los servicios. Hay empresarios que salen en las fotos que viven de esto. No habrá que esperar demasiado para conocer sus reacciones. Estamos en los umbrales de un nuevo modelo económico, casi plebiscitariamente ratificado por la ciudadanía, con especial énfasis electoral  en Mar del Plata. De acuerdo a la campaña de promoción que se ha podido observar, ¿La misma será suficiente para atraer y elevar el estándar de turistas que requiere el momento?

Los servicios públicos de gas y energía eléctrica, han multiplicado su valor de un año a esta parte, y esto debe trasladarse a precio, para no dañar la rentabilidad ya castigada por la falta de volumen (ventas) en el consumo. Lo reconocen desde los balnearios del Sur hasta Camet. Queda la sensación que definitivamente, se va a etiquetar a la ciudad balnearia por excelencia de la República Argentina, como la ciudad del turismo social, ratificando políticas propias del justicialismo para esta parte de la costa atlántica.

María Eugenia Vidal arriesgó demasiado, sólo resta esperar los resultados. Tal vez esta sea la apuesta, o le llegaron mal los mensajes o interpretaron las lecturas equivocadamente. Ya que Mourelles anda con las tijeras “a troche y moche” el EMTUR debería pasar a ser una Secretaría, porque imaginando bien alguien se debería hacer cargo, porque nunca se animarían a salir a tocar pito si hay olor a fracaso.

Si la campaña de promoción, que es inexistente pese a que existe una sobre tasa al respecto, alienta la demanda de turistas por estas playas, ya será un beneficio para la ciudad porque que no hay un sólo cartel de propaganda que pueda observarse en Capital Federal y el vasto conurbano bonaerense, de donde proviene el  75 % de los visitantes.

 Se podía haber hecho lo mismo, pero sin poner la taquillera cara de la gobernadora, evitar que se asocie su figura a un mal paso cuando llegue la hora de la evaluación final. Un exceso de confianza a poco más de un mes de haber sido elegida como la figura política que barrió en las legislativas, puede haber sido un error estratégico.

Mucho olor a las “playas” de Rodríguez Larreta en plazas y paseos públicos porteños, y también demasiado contexto que se asocia a lo peor de los negociados de Daniel Scioli, cuyos operadores acompañan a la gobernadora  en Mar del Plata.

Si todo sale bien (sobre lo cual se duda), Vidal podría haber hecho lo mismo el año que viene, con los resultados en la mano. Siempre hay gente dispuesta a facturar sobre los errores ajenos. No hay que descartar que lo que se gane en títulos y espacios de difusión pública, sea ya considerado y presentado  como un éxito. Por ahora sólo un globo de ensayo, la presunción de una mala temporada cuando se siembran tantas expectativas, tiene por lo general un efecto boomerang.

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com