“Firulai” es puro amor, fidelidad y amistad. Se aprendió el camino al cementerio de Cañuelas acompañando a su dueño a visitar la tumba de su esposa. El 14 de julio, él murió, entonces su perro se quedó para siempre entre los dos.
La historia es difícil, tiene mucha tristeza y muchísimo amor. Primero, el perro y su dueño tuvieron que aprender a vivir con la pérdida de la mujer; ella murió algunos meses atrás. Así fue como “Firulai” aprendió el camino al cementerio acompañando al hombre a dejar flores.
El día que su dueño murió, el perro fue quien encabezó el cortejo fúnebre. Cuando todos los familiares se fueron, notaron que el perro no se movía del lugar. Desde hace diez días, los empleados del lugar, asombrados con la situación, lo alimentan y le dan agua.
Día a día, los perros demuestran todo lo que son capaces de hacer y dar por su familia humana. Cada vez que aparecen historias como las de “Firulai”, lo primero que aparece es el recuerdo de la película de Hachiko, “Siempre a tu lado”, un perro que esperó a su dueño en la estación de tren durante nueve años.