El primer intendente de la ciudad al regresar la democracia en 1983 falleció hoy a los 87 años. Estaba internado desde el lunes en el Hospital Santamarina. Será velado en Alessi y Manna.
Gobernó la ciudad en el período de 1983 a 1987, llegando con 22.856 votos logrados por la lista que encabezaba contra 22062 del contrincante del PJ, Nicolás “Gino” Pizzorno.
El intendente de la vuelta a la democracia
En una nota realizada hace varios años por el medio El Eco de Tandil, Reynoso recordaba aquellos días de 1983. Y la primera imagen que se le venía a la mente era “la alegría de la gente, porque recuperaba la posibilidad de volver a opinar, de caminar libre por la calle… por la alegría que da la democracia”.
Esa descripción de felicidad generalizada contrasta con los nervios que por entonces tenía aquel hombre que asumía al frente de la intendencia en un momento histórico: “un poco de nerviosismo había, a pesar de haber actuado como concejal anteriormente. Pero no es lo mismo ser concejal que ser intendente de la ciudad. Porque un intendente tiene la responsabilidad de todo: de lo bueno y de lo malo. Y tiene la responsabilidad de hacer las cosas mejor para que la gente viva mejor. Ese era mi anhelo”.
Reconocía entonces Reynoso que aquella elección del 30 de octubre de 1983 no había sido fácil. “Uno siempre tiene la expectativa de que la gente lo acompañe. Pero el Partido Justicialista llevaba a un excelente candidato como Pizzorno. Imagínese lo que fue ganar aquella elección ante un candidato de fuste como Gino. Tuve la suerte de que la gente me acompañó, que me creyó. Y yo creo haberle cumplido con el mandato que me dio”.
Aquellos nervios también se sufrían en la casa de Villa Italia. “Mi familia también tenía la expectativa de que yo llegaba a un cargo por el que había luchado tanto. En ese momento salía a la calle, me encontraba con los vecinos, con los amigos, como siempre. Y por ellos y por toda la gente, tenía el anhelo de poder realizar las cosas que se necesitaban”.
Cada hombre sabe dónde y cómo encontrar la tranquilidad ante los problemas cotidianos. En el caso de Reynoso, el secreto era hacer los mandados: “Iba al mercado, a la carnicería, a la panadería. Charlaba con los vecinos y las vecinas, eso me daba la tranquilidad para trabajar de intendente, como dice Lunghi”.