Pasaron ocho largos meses desde que empezó la temporada hasta llegar al partido más esperado por Peñarol. El encuentro que talvez le ponga el broche de oro a un año plagado de éxitos y que le devuelva el título que se le niega hace 16 campeonatos: la Liga Nacional de Básquet.
Y parece ser este el año del Milrayitas. Porque ganó casi todo lo que jugó. Salvo la Copa Argentina, se quedó con el Súper 8, la Liga de las Américas, el Interligas y la Copa Desafío. Bajo la batuta de Sergio Hernández, todo parece más fácil. El DT de la Selección Argentina armó nuevamente un equipo para ser competitivo y vaya si lo logró.
Porque partido tras partido demostró ser el mejor. Se quedó con el “1” de la fase regular y pasó sin sobresaltos la serie de cuartos de final y semifinal. Llegó a la final y aunque le costó sentirse cómodo, porque Atenas optó por cortarle el circuito de juego y bajarle considerablemente el marcador (como en el segundo y tercer partido), quedó 3 a 1 y a tiro del campeonato.
Pero más allá de la diferencia en el resultado, el Griego no puede ni quiere darlo por perdido. Aunque llegue diezmado al quinto encuentro, sin Cantero (por lesión), y con Kanté y Romero entre algodones, el estirpe copero siempre está intacto. Por eso mismo los de Oscar Sánchez saldrán al Poli solamente pensando en el triunfo, porque ya no les queda margen para el error.
Aquellos gladiadores en la temporada 93/94 como Esteban De la Fuente, Marcelo Richotti, Diego Maggi, encasillados en la conducción de Néstor “Che” García, 16 años después se reflejan en Sebastián Rodríguez, Leonardo Gutiérrez y Martín Leiva para ser quienes lleven los hilos de un equipo sediento de campeonato.
El 25 de mayo de 2010 no solo puede quedar recordado como el Bicentenario argentino, sino también como el día que Peñarol volvió a ser campeón de la LNB.
Por Maximiliano Ibáñez
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