Los nombres de Joseph L. Mankiewicz, Laurence Olivier y Michael Caine no son sólo referencia del cine de hace varias décadas (a pesar de que Caine continúa en una saludable actividad), sino además de una elegancia formal que los vincula. En algunos casos, por la formación teatral, y en otros por la clase que portan, indudablemente. Y estos nombres, involucrados en un proyecto como Sleuth, son la apoteosis de la elegancia.
Sleuth fue conocida en su momento como Juego mortal, pero con el tiempo y sobre todo por la remake de hace unos años, Sleuth es Sleuth. El film, adaptación de la obra de teatro de Anthony Shaffer, se verá este jueves a las 19 en la Sala Nachman del Teatro Auditórium (Boulevard Marítimo 2280), en el marco del ciclo de cine que propone el Grupo Cinecos.
En la película, Andrew Wyke (Olivier) es un destacado novelista de obras de misterio y ganador del premio Edgar Allan Poe por sus novelas detectivescas. Milo Tindle (Caine), amante de la mujer del escritor, es un ex peluquero y actual propietario de una cadena de salones de belleza. El primero invita a su casa al segundo, a tomar unas copas y proponerle un plan en el que ambos saldrían beneficiados.
Ambos personajes son un dichado de inteligencia. Sleuth, precisamente, se propone como un juego en todo sentido: lingüístico, temático y formal. Wyke, a partir de su actividad, es un adicto a los juegos de misterio y Tindle gusta de someterse a estos problemas, más aún porque está a la puerta de una posibilidad única.
Si bien el film puede ser acusado de teatral, también es cierto que esto se sostiene por la forma en que está narrado y los elementos que lo componen. También, que es dueño de cierto acartonamiento muy propio del cine británico: aunque esto es justificable a partir del juego de ingenio constante y de las características de unos personajes que están siempre en la sobreactuación. Un juego del gato y del ratón muy elegante.
¡Una obra maestra!
Los dialogos son excelentes, y las actuacioes memorables, únicas