Se supo en las últimas horas que algunas gobernaciones provinciales, además de la administración nacional, retienen subsidios del transporte público de pasajeros que perjudica a ciudades del interior.
Mientras que también se ha conocido que las líneas que prestan servicio en el distrito de CABA, han decidido hacerlo de manera proporcional a los subsidios que reciben más el pago que asumen los pasajeros de su propio bolsillo. Es decir viajan con pasajeros según la distancia y las frecuencias que demanda de acuerdo al subsidio que reciben. Es como la entrada de un teatro ven la función los que pagan por la película completa.
Así está compuesto en parte el sinceramiento que de hecho se está dando en el sistema de transporte público de pasajeros, en relación a cómo debe enfrentarse esta problemática que data desde 2002.
Es una etapa dónde surge el pago de segmentación en las tarifas de la energía eléctrica, en el consumo de gas natural y hasta en el agua potable domiciliaria, para ponerla en un contexto adecuado y con las respectivas audiencias públicas.
De continuar en el actual esquema, lo que quiebra es el servicio, arrastra a las empresas y perjudicará a los usuarios de este transporte a otras alternativas más caras y menos cómodas. Es difícil reconocerlo cuando la política arbitra demagógicamente sobre las tarifas con el fin de obtener réditos paralelos a la explotación de un servicio.
El transporte urbano de pasajeros tiene entre sus insumos básicos combustibles, neumáticos, seguros, amortización de las unidades y mano de obra especializada, entre otros elementos, que se rigen por el valor del dólar, con un convenio de trabajo ubicado en la franja de mayores ingresos debido a la profesión que ejercen y agotan según el rango de edad debido a las dificultades que afrontan durante años de desgaste, conduciendo en ámbitos desfavorable e inseguros.