Pocas cosas peores que pasarla mal en el cumpleaños de uno, pero así fue el sábado de River: festejó 123 años sin patearle una vez al arquero de Argentinos. Si hubiese atajado un chico de 14 años, en vez del Ruso Rodríguez, el resultado habría sido el mismo. Seguir mirando a otro lado sería mentirse en el solitario: el equipo de Martín Demichelis es una topadora en el Monumental –y eso no se puede subestimar- pero sale de Núñez y vira a un equipo tímido, sin juego, rebeldía ni contagio, con mejores apellidos que funcionamiento, una de las críticas más profundas que puede recibir un entrenador.
La doble eliminación, primero ante Boca por la Copa de la Liga y luego ante Temperley, significó un golpe al corazón del ciclo Demichelis: los resultados. Aun con la Supercopa Argentina ante Estudiantes, una gran primera fase en la Copa Libertadores y la consecuente clasificación al Mundial de Clubes, el primer semestre tiene saldo negativo.
La derrota de hoy en La Paternal, donde Argentinos ganó ocho de los últimos 9 partidos, era en cambio una posibilidad siempre disponible en el menú. La preocupación fue el cómo, las formas, y ahí River jugó como para darles la razón a quienes vieron en el 0-1 cierto aroma a “final de ciclo”: o los jugadores no interpretan el guión del técnico o el entrenador tiene un mensaje que no les llega a los futbolistas. A un primer tiempo de dominio repartido le siguió, tras el gol, un segundo tiempo en el que River se pareció a esos River ya olvidados de Gorosito o Astrada.
Ni siquiera fue un tema de nombres o de esquemas: que falta el Diablito, que sobra Nacho, que tiene que jugar Sant’Anna, que Colidio debe ser titular, que el 4-5-1 no sirve, que el 4-4-2 o muerte. Tras varias semanas de esos debates, Demichelis hoy puso la formación ideal, la que elegirían todos, y sin embargo River fue otra vez un equipo fantasmagórico, sin reacción ni asociaciones -individualista como signo de estos tiempos-.
Siempre es más fácil criticar a un técnico, encima a uno que no tiene química con el hincha –y que encima reemplaza a una estatua como Marcelo Gallardo-, pero muchos de los jugadores tampoco estuvieron ni están a la altura de la camiseta. Se están perdiendo de dar lo mejor de sus carreras en River.
Más allá del mal partido ante Boca en Córdoba y de la falta de juego y de entrega ante Temperley, es difícil encontrar una actuación tan anémica como la de hoy ante Argentinos. La única comparación posible es el 0-2 ante Vélez de agosto del año pasado, poco después del “off the record gate”, cuando Demichelis perdió la confianza del plantel.
Aunque las críticas futbolísticas al técnico comenzaron en el segundo semestre de 2023, cuando aún estaban Enzo Pérez y Nicolás De la Cruz, la salida de ambos en 2024 se convirtió en un vacío por ahora imposible de llenar. La idolatría no se compra y la economía argentina no ayuda, pero la dirigencia cometió un error de planificación en enero: creyó que con Nicolás Fonseca y, ya cerca del final del mercado de pases, con Rodrigo Villagra, River tendría un mediocampo que no extrañaría a Enzo ni al uruguayo.
El gol de Argentinos –con mala suerte para Franco Armani porque el remate de Alan Lescano se desvió en Leandro González Pires- fue un símbolo de un equipo sin columna vertebral ni estructura firme: el pibe se deshizo del último esfuerzo de Miguel Borja a 40 metros del arco y no encontró oposición en el mediocampo de River, convertido en un desierto. ¿Dónde estaban Villagra y Rodrigo Aliendro? Los permanentes ingresos de Nicolás Fonseca, más allá de sus ganas, suponen otra pregunta sin respuesta.
El futuro de Demichelis dependerá de los dirigentes y del propio técnico -y no tiene sentido elucubrar demasiado sobre esa decisión-, pero los resultados negativos y el juego decreciente de las últimas semanas son signos demasiado potentes como para suponer que el ciclo quedó match point. Es decir, que no resistirá otro golpe fuerte: salvo alguna decisión en el parate de la Copa América, el técnico llegará hasta donde llegue River en la Copa Libertadores.
Este jueves ante Táchira, además, tras un 25 de mayo triste, el Monumental será un cabildo abierto.