En el corazón del pultismo duro –Gustavo y Lucila- germinó la idea que los vecinos de la ciudad terminaron viendo florecida en la cartelería pública. Apelar al rescate del “Ser Marplatense” para intentar recuperar los votos perdidos en las PASO, escondiendo cualquier vínculo cercano con el kirchnerismo en retirada, cercado por denuncias de corrupción que le provocan más daño en las encuestas que en las libertades individuales de los sospechados.
La necesidad tiene cara de hereje y esta gestión ha dado muestras sobradas de hipocresía. El mismo Pulti que ordena separarse del gobierno en el plano de la comunicación de campaña es el mismo que luego ruega para que lleguen las partidas presupuestarias y así poder afrontar las demandas salariales de una planta de personal que no para de crecer.
El volver a mirar al “Ser Marplatense”, reafirmar la identidad local del partido vecinal que tuvo que pactar con el gobierno de turno para realizar las grandes obras y llegar a fin de mes, se hizo tangible con algunos slogans de campaña poco felices. Repasemos algunos.
“Ser marplatense es cuidar el turismo y fomentar la industria”. Con más de 60 asesinatos en lo que va del año, la estadística de criminalidad espanta más que acerca a los visitantes. Un puerto que hace un año y medio no exporta un contenedor por los problemas de dragado, no se suma a la logística del agregado de valor, aleja a la ciudad productiva en el plano de los hechos.
“Ser marplatense es cuidar el medio ambiente y reciclar para el futuro”. La Reserva del Puerto es un ejemplo tangible de la impunidad con que el interés particular de unos pocos arrasó con un espacio fundamental para el equilibrio urbano en la zona sur de la ciudad. El reciclado sigue vigente en el viejo basural, el que todavía es fuente de subsistencia de centenares de familias sin posibilidades de romper con la vulnerabilidad al que lo somete un estado municipal que elige mirar para otro lado.
“Ser Marplatense es abrazarse con toda la argentina y avanzar juntos”: la autovía 2 es el único puente vital con la mayoría de los visitantes. La supuesta capital nacional del turismo luce una vía férrea obsoleta y un servicio aún más calamitoso. El famoso tren Talgo duró menos que una temporada estival. Hicieron la ferroautomotora nueva, pero no arreglaron las vías. Hasta no hace mucho, solo un vuelo diario conectaba a la ciudad con la Capital.
Luego de seis años de gestión, el verdadero marplatense ha descubierto la marca indeleble de esta gestión que colecciona puestas en escena: diseño, maqueta, folleto y tríptico de lo que está por venir, la preponderancia del envase por sobre el contenido. Ningún slogan habla de seguridad, cuando hasta no hace mucho a la gestión se le iba la vida en aprobar la creación de la policía municipal. El marketing con las necesidades de Pulti, va y viene. La realidad queda.