La salida operativa del tratamiento de residuos sólidos de la ciudad, estimada en 100 tn. diarias, fue explicada por el DE con algunas meses de demora y tras la declaración de emergencia del sistema que estaba a cargo del CEAMSE.
Una UTE (informalmente integrada) integrada por tres empresas vinculadas entre si y que giran bajo la órbita de CIAGESER, se dividieron un contrato que muy a duras penas fue blanqueado por el responsable del EMSUR en el HCD. CIAGESER ya opera gran parte de la recolección de residuos además de ser un cuasi monopólico proveedor de minicontenedores, que es la transferencia de recursos públicos a manos privadas de los más trascendentes en la historia de la ciudad. El monitoreo responde al Sindicato de Camioneros, cuya máxima referente es Eva Moyano, la hermana de Hugo y tía de Pablo y Facundo.
El mismo se extiende por un año, mientras tanto sigue el vamos viendo de la gestión del intendente Guillermo Montenegro, que no atinó a un nuevo llamado a licitación pública a pesar del vencimiento del contrato anterior ni elevó pliego alguno. Lo resolvió a través de una millonaria licitación privada que prevé una prórroga y que tampoco se ha profundizado en cuál es la forma de la actualización del monto mensual, aunque en el actual proceso inflacionario hablar de millones significa un vuelto.
El contexto y el entorno, que presenta actualmente el paisaje del predio de tratamiento de los residuos no tienen nada que extrañar al peor de todos los tiempos. Pues además de soluciones parciales, se agrega la crisis social y las personas que por necesidad hasta se acercan hasta para poder alimentarse y en número creciente.
El tema fue abordado por el periodista Gustavo Tubio y publicada en el portal de noticias tn.com.ar, en los siguientes términos:
“Esta realidad no es nueva, pero la profunda crisis que vive nuestro país hace que sean cada vez más los que no encuentran otra solución. La basura, ese descarte de la sociedad, es lo que les da el sustento diario. Les da alimento, ropa y, quizás, algo de valor que pueden cambiar por unos pocos pesos.
Ellos están obligados a romper bolsas en un basural para sobrevivir. La mayoría ni guantes tiene, solo los mueve la fuerza que les da la desesperación. No están ahí porque les gusta; de hecho estar ahí es como estar en el mismísimo infierno.
Ellos son desesperados que cuando ven venir al camión de basura se pelean por conseguir el mejor lugar, más cercano al camión, y cuando éste les tira sobre sus cabezas cientos de kilos de basura, bucean entre las bolsas y los escombros tratando de encontrar algo de carne, verduras o lácteos vencidos. Lo que encuentran lo meten en bolsas sucias y se lo llevan a sus casas para poder preparar algo en la cena y comer junto a sus hijos.
Esto no es ficción, esto no es relato, esto no es “sensación” de hambre y miseria; esto es lo que pasa en muchos lugares de nuestro país, pero se intenta ocultar porque los que pueden resolverlo no se hacen cargo de nada, ni siquiera de haber empujado a esta gente a este infierno.
El basural de Mar del Plata está ubicado en la salida de la ciudad, a poco de empezar el viejo camino hacia Miramar. La ciudad balnearia genera 1.300 toneladas de deshechos a diario. Hasta hace algunos meses el Ceamse tenía la concesión del predio pero ante incumplimientos de contratos ahora hay tres nuevas empresas que se hacen cargo de la basura en ese lugar. Pero ahí adentro nada cambia. La única medida que parece cumplirse es no permitir que entren menores, como pasó durante años; ahora solo pueden pasar sus padres o abuelos. Hay policías y guardias privados, pero los controles no son muy rigurosos. Los efectivos parecen más preocupados en que “el afuera” no vea lo que pasa adentro que de cuidar a los que se juegan la vida revolviendo basura.
“Los basurales son un foco infeccioso para la zona que los rodea. La basura genera lixiviados que son líquidos que tienen elementos contaminantes. Si no están controlados contaminan las napas”, explican en la ONG Doná tu Basura. Está fundación, entre otras, busca que la comida no se deseche en los mismos lugares y de la misma forma que el resto de la basura. Hay leyes que están vigentes pero o no se cumplen o se cumplen solo en pocos lugares.
Hace unos años el colapso del Centro de disposición final de residuos sólidos urbanos por el desborde de la única celda habilitada para disponer los residuos de la ciudad balnearia terminó con la intervención del Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS) y la firma de un convenio con Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) para la construcción de una planta para el tratamiento dichos líquidos, y de una planta de separación y clasificación de residuos.
A pesar de estos avances en el tratamiento ambiental, la situación social en la zona siguió siendo alarmante y se multiplicó por la pandemia y la crisis. Durante varios meses del 2020 a la gente se le impidió entrar al predio y ellos acamparon en la entrada y cortaron la ruta hasta que les autorizaron el reingreso. Desde hace algunos meses a un grupo se le permite vivir ahí adentro. Ellos armaron una ranchada de chapas y bolsas de nylon y comparten lo que encuentran.
“Yo tuve trabajo hasta hace unos meses en el puerto. Pero el trabajo se terminó, me echaron y no encontré nada más” cuenta Walter después de varias horas de buscar comida junto a su esposa en el basural. Ellos viven a pocas cuadras, en una casilla sin ningún servicio y con cinco hijos. “Lo que llevamos en la bolsa es un buen pedazo de carne que alguien tiró. Eso vamos a cenar esta noche” cuenta la pareja de Walter mientras todavía tiene en su cabeza las marcas de la basura que el camión le tiró encima.
La Mesa de diálogo de Basural, convocada por el obispado de la ciudad, es uno de los intentos por visibilizar la situación. “Es un espacio de articulación entre distintos sectores de la ciudad, siendo el eje principal la situación de las personas en vulnerabilidad”. Desde ese lugar se intenta que las autoridades comprendan la dimensión de la problemática social. “Estamos hablando de situaciones graves: abuso, narcotráfico, entre otras miserias” explican sus coordinadores.
Este basural es uno de los más grandes del país pero no es el único. Lo que pasa ahí se repite en muchos lugares. Es hora de dejar de mirar para otro lado. Una buena manera de empezar ese ejercicio es intentar ponerse en el lugar de los que van ahí todos los días en busca de comida”.
Fuente
TN.com.ar
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