“Los cristianos estamos convencidos que en medio de tantos cambios, hay cosas que no pueden cambiar”
Con una asistencia muy numerosa de fieles, la comunidad de la Parroquia Santa Rosa de Lima celebró a su patrona. Luego de la procesión por las calles del barrio con la imagen de la primera santa latinoamericana, el Obispo de Mar del Plata, Monseñor Antonio Marino, presidió la eucaristía a pesar de un estado gripal que le impidió realizar la recorrida por las calles.
En su homilía Monseñor Marino destacó la figura de la patrona de la parroquia, “Santa Rosa es la primera flor de Santidad en nuestro continente, desde ella el santoral latinoamericano se ha ido incrementando hasta alcanzar su amplitud actual.. Quienes mejor la conocieron y nos dejaron testimonio sobre ella, siempre han hablando de la dulzura de su carácter y de su activa caridad hacia los más pobres, depreciados, hacia los indios, hacia los enfermos”.
“Las fiestas patronales en una comunidad no tienen otro sentido que recordarnos a todos nuestra universal vocación a la santidad, en virtud de nuestro bautismo, y al mismo tiempo despertar la conciencia de comunicar necesariamente al mundo el mensaje de Cristo” remarcó el Obispo.
“Los cristianos estamos convencidos que en medio de tantos cambios, hay cosas que no pueden cambiar. Podemos cambiar en la adaptación a las nuevas tecnologías, beneficiarnos de adelantos técnicos y científicos, pero no podemos cambiar la verdad esencial de las cosas, la naturaleza íntima del matrimonio, de la familia, el respeto irrestricto a la vida como un valor sagrado” manifestó el Obispo a los fieles presentes. “Asistimos a proyectos de cambios del Código Civil, a la sanción de leyes muy raras y en contradicción con lo que consideramos la ley natural y divina. Los cristianos en la sociedad a veces aparecemos como un pequeño rebaño, pero Jesús a los suyos les dijo ‘no temas pequeño rebaño porque ha sido del agrado de mi Padre entregarles el Reino’.. A través de este pequeño rebaño, Jesús sigue brillando en el mundo, la gracia trabaja en lo profundo de los corazones”.
Y más adelante Monseñor Marino concluyó “el Evangelio no se negocia, se toma o se deja, hay que aceptarlo tal como lo predicó Jesucristo, tal como lo interpreta la Iglesia. Y aunque nos digan anticuados, fuera de época o que estamos en contra del progreso, nosotros tenemos un concepto distinto de lo que es el progreso, no nos oponemos a ningún progreso verdadero pero sabemos distinguir. El progreso real, es cuando el hombre crece en la capacidad de amor, de servir, de promover los verdaderos valores que hacen a la autentica felicidad, que siempre se conjugan en la capacidad de amar la cruz de Jesucristo”.