El Estadista argentino

Tengo la idea de que el ESTADISTA, debe ser el político que tiene una visión que va más allá de un presente que debe custodiar. Hacer con proyección de futuro. Es cierto, hace rato que me negaba a escribir y quizás a pensar, pero…

Si como bonaerense, antes ya no le tenía mucho cariño a Daniel Scioli, por todo lo que ha hecho mal en la provincia o directamente por lo no realizado y sin embargo publicitado como gran logro hasta el hartazgo; lo vivido en las últimas horas, léase inundaciones y viaje a Italia, lo marca, a mi criterio, en el límite del aventurero que, con agachadas aquí y cachetazos allá, llegará, conforme a los últimos datos que nos aportan las PASO, a presidir la Argentina.

Ante esto, en sentido figurado por lo que estamos viviendo, prepárese el desierto más seco para sufrir la más grave inundación que se pueda haber vivido en la tierra.

Uno no puede ser positivo, en tanto y en cuanto esta aventura aérea de Scioli fue en el medio de una inundación, según él, de su provincia, lo que no creo ya que como porteño de ley, su despacho habitual se ubica en la sede central del Banco Provincia de la ciudad de Buenos Aires y parece que ahí, la inundación no era tanto.

Ese viaje tuvo un imprevisto final. Jorge Telerman, vocero de campaña de Scioli, afirmó que “es su obligación e inclinación natural estar acá. Quiere estar acá supervisando y controlando”, dijo al asegurar que “apenas tocó suelo italiano decidió regresar”.

Para el que no está avisado. ¿Cuánto dura un viaje a Italia? Doce horas. ¿Qué pasó en esas 12 horas de vuelo para decidir lo que no había pensado en nuestra tierra? Nada que ya no estuviera pasando en cuanto al sufrimiento y la angustia de muchos bonaerenses.

Por eso, “su obligación e inclinación natural” por estar acá, como dijo Telerman, no suena muy creíble. No se puede concebir que un gobernante, aunque sea ciego y sordo, no tenga un equipo de gobierno que lo asesore sobre lo que está ocurriendo. Funcionario o meteorólogo, alguno habrá visto lo que estaba y anticipado lo que se venía. Es posible que Scioli se hubiera quedado con lo dicho el domingo por un periodista en televisión privada pero estatal, “que todo lo de la inundación estaba magnificado”, casi como volviendo al consabido verso de las sensaciones que se plantan en la población. Pero del domingo al martes (día de la partida), la sensación ya se había convertido en una tragedia, con muchos centros abiertos para que el argentino solidario hiciera llegar su ayuda, mientras el gobernador de la provincia afectada iba a Italia.

Ante las críticas, las explicaciones de tratamiento médico programado no tienen validez. Un argentino cualquiera, ante una seria emergencia, deja de lado hasta su salud para salir a enfrentar lo que haga falta y cualquier médico puede comprender y reprogramar la atención.

Quizás por eso Scioli no era aceptado hasta por los que hoy son grandes fieles pero de sus propios intereses, el mantenimiento del poder por el poder mismo. Todos estos, muchos, no lo veían como estadista y progresista. Por eso la resistencia que cayó ante la realidad de una imagen que no se condice con lo real. Con el estado de la provincia, antes de las inundaciones y después de ellas.

En mi concepto. Scioli, estadista, no, aunque progresista, sí. En lo personal, en lo económico y en la política que supimos concebir en la Argentina, seguramente que ha progresado. Ese es su auténtico progresismo. Del otro, el ideológico, lo que venga.

Ante este “estadista”, pregunta final: ¿Cabe alguna esperanza…? Bueno, es lo que hay y quizás lo que nos merecemos.

Eso sí, nos queda un camino, el mismo de Scioli, Italia. Ahí está el Papa Francisco, quien siempre dice “recen por mí”. Le pedimos lo mismo, “rece por nosotros”… y que Dios nos ampare.

Miguel Toscano