Ciudad

Duro golpe a las librerías cierran y profundizan ventas on line

 

 

 

 

 

Con menos actividades concentradas en oficinas, restricciones de las propuestas culturales y una reducción de las visitas turísticas producto de la pandemia, el centro porteño dejó de ser escenario de conglomeraciones y muchas de sus librerías tuvieron que repensar sus formas de comercialización y rediseñar estrategias para solventar su funcionamiento, aunque en muchos casos quedaron cerca de un posible e inminente cierre.

Ubicadas en las calles y avenidas céntricas, las librerías, muchas de ellas con más de 50 años de vida, son parte de un recorrido cultural que revitaliza y fortalece la identidad de la Ciudad de Buenos Aires con piezas inhallables, libros descatalogados que solo se encuentran en sus mesas de saldo o libreros que guían lecturas con capacidad hipnótica.

“Las librerías argentinas con vidriera a la calle teníamos nuestro fuerte en el contacto en el público, en la experiencia de los vendedores que siempre han sido lectores. Mucha gente elegía el libro al llegar, acá miraba la producción de determinado tema, la narrativa nacional. Esto lo hemos perdido por la virtualidad, y este cambio se está llevando puestas a algunas”, cuenta Ecequiel Leder Kremer, librero de Hernández que está cerrando su sucursal de Avenida Corrientes 1311 después de 20 años, quedándose solo con la que está ubicada a metros, sobre la misma calle pero al 1436.

No es la única librería que cierra sus puertas en el microcentro porteño, ya que en la misma avenida anunció su despedida Mr. Hyde. Y siguen en esta lista las dos sucursales de A libro abiertoLos Argonautas, de Avenida de Mayo; Las mil y una hojas, de Palermo, y Librería Waldhuter, ubicada en Av. Santa Fe 1685.

Las ventas por internet con las que la librerías enfrentan la crisis llevan un sello: el de la plataforma Mercado Libre, que se queda con un 13% de comisión,

“El circuito de librerías es un orgullo para nuestro país, mucho se ha destacado que Buenos Aires es la ciudad del mundo con más librerías por habitante. Este emblema cultural está siendo puesto en jaque por la pandemia que agudizó algunos de los problemas que viene arrastrando el sector desde hace varios años y que no encuentran respuesta ni en el gobierno porteño ni en el nacional”, expresó esta semana la Fundación El Libro a través de un comunicado.

Para llevar oxígeno al ámbito librero, plantean una sumatoria de medidas como “la exención del IVA (reclamo que hace varios años es recordado en la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires y que, si bien, fue otorgado a impresores, editores y distribuidores, continúa aún relegando y excluyendo a libreros, por inexplicables cuestiones de redacción de la Ley), el sostenimiento de los Repro, líneas de crédito hipotecario, tarifas de servicios subsidiadas, y la exención de impuestos inmobiliarios y del pago de cargas sociales para un número fijo de empleados”.

En diciembre pasado, José Roza, dueño de la Librería de las Luces, había anunciado el cierre de ese espacio, uno de los más tradicionales reservorios de libros descatalogados a precios accesibles de la Ciudad, debido a que no podía afrontar el déficit producto de la crisis por la pandemia de coronavirus, que “vació la zona” en la que está ubicada, en Avenida de Mayo 979.

Si bien sigue abierta, la fecha de cese de actividades pasó para septiembre. Sus libreros Miguel y Fernando dialogan con Télam mientras atienden las consultas de curiosos o clientes decididos que llegan a buscar un título específico y relatan que a su alrededor hay otros comercios que cierran como “el Starbucks de enfrente la semana pasada y antes el café Havanna” que también sufrieron la quietud y el vacío de una de las avenidas más emblemáticas.

“Estructuras como ésta, de comercialización de saldos, no estaba preparada para una transformación así del escenario”, sintetiza Miguel.
Esa transformación implicó el crecimiento de ventas a través de redes sociales, alejadas de la recorrida por los pasillos de las librerías. Leder Kremer, por ejemplo, cuenta que su web se volvió muy consultada y les permite hacer envíos a todo el país.

Luciano Guiñazú atiende en Caburé, la librería del barrio de San Telmo que se caracteriza por ser sede de lecturas, presentaciones, ciclos y encuentros con autores y autoras. Sin embargo, debido a las medidas sanitarias tuvo que suspender esa faceta. Ahora el 80% de su venta es por Internet y espera a septiembre para poder ampliar su horario de atención y recuperar su café para recibir lectores y lectoras.

Las ventas por internet llevan un sello: el de la plataforma Mercado Libre, que se queda con un 13% de comisión, pero en la librería De la Mancha (Corrientes 1888) vienen logrando esquivarlos a través de una estrategia que incluye atención personalizada a través de la cuenta de Instagram, que reactivaron en el último tiempo, y envíos con moto en Capital Federal y por Correo Argentino a todo el país.

“Nos tuvimos que aggiornar y recuperamos clientes que teníamos perdidos en distintas provincias. Eso creció exponencialmente. Hay mucha menos gente en la librería pero en este año horrible se está leyendo mucho, se venden muy buenos libros, apunta a terminar el año mucho mejor de lo que nos imaginábamos”, relata a Télam Hernán Suárez.

Su compañero Andrés Rodríguez dice que atendían “cuerpo a cuerpo” y ahora hacen eso pero por Instagram: “Le ponemos una reseña a cada libro, personalizamos la cuenta, hacemos una curaduría de lo que publicamos, no ponemos solo novedades. Esto no deja de ser una faceta más de ser librero, el oficio de recomendar”, resume.
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