Azorado por la evidencia de un triángulo virtuoso que incluye una economía estable, una sociedad de creciente bienestar y derechos ampliados y un gobierno cuya imagen positiva aumenta en todas las encuestas, el conglomerado opositor intenta demostrar en estos días que no padece de la impericia que le atribuyen sus inspiradores y mandantes, las corporaciones del poder financiero y mediático.
Así, elaboró una agenda de temas cuyos lineamientos abrevan en el manual del establishment y logró incluso un módico éxito al aprobar un dictamen de comisión para su proyecto de aplicar el 82 por ciento móvil a las jubilaciones, sin ninguna previsión ni análisis sobre la fuente de los 30 mil millones de pesos que esa medida le costaría al Tesoro. Como inmediatamente el Grupo A advirtió que el pleno del Senado no iba a aprobar la iniciativa convirtiendo en proeza ese logro ocasional, volanteó rápidamente para presentar otra similar en la Cámara baja, donde la aritmética le resulta menos adversa.
Ese trasiego oportunista es sólo una más entre otras actitudes tendientes a desterrar la fama de incompetencia que acosa a la oposición, pese a sus esfuerzos por hostigar la gestión del gobierno, sin pretensión de racionalidad ni coherencia política y dando el penoso ejemplo de subordinación al modelo agrofinanciero, como resulta de su obsecuente presencia en el cónclave de la Sociedad Rural y en la mesa del más beligerante cabecilla del sector concentrado de la economía.
Aunque no halla los resultados buscados, es notable el empeño opositor por convertir al Congreso en un foco de actividad destituyente. En un intento por saturar el ambiente legislativo disparando en todas las direcciones imaginables, legisladores de la oposición presentaron en Diputados unas 20 propuestas con la pretensión de constituir comisiones “especiales”, “investigadoras” y “de seguimiento” sobre las más diversas cuestiones. Tantas que, de hacerse efectivas, no habría ni tiempo ni forma de que funcionen razonablemente ni de que puedan indagar seriamente sobre ningún tema.
Aferrados al propósito de quebrar la gobernabilidad y desconcertados por la capacidad propositiva del gobierno, ciertos bloques abandonan la sensatez y descerrajan sobre las cámaras proyectos sobre redistribución del impuesto al cheque y de Aportes del Tesoro Nacional, aumentos provisionales infundados y eliminación de retenciones que ni siquiera concitan la unanimidad de la Mesa de Enlace. Es que en su intento por recuperar iniciativa política renuncian a ejercer su papel de manera responsable y, con tal de obstruir la marcha del gobierno desfinanciando al Estado, amenazan con terminar dañando los intereses de los propios jubilados, las familias en situación de pobreza, los trabajadores, las pequeñas y medianas empresas y los productores agrarios que se sostienen gracias a los programas de ayuda y estímulo que financia el erario.
Mientras el país crece (record de producción de granos, record de divisas en el Banco Central) , la situación social mejora (descenso del desempleo, aumento de salarios y jubilaciones, mayor consumo popular) y la Argentina se consolida en el mundo regional y global (nuevo Código Aduanero en la Unasur, desplome del índice del riesgo país), hay una oposición que quiere hacer tabla rasa con todos los avances conquistados y se empeña en retornar al pasado, aferrada a la ilusión de que el enorme poder de los grupos hegemónicos pueda sustituir el esquivo apoyo de la ciudadanía.
*Ex diputado nacional del Partido Socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno nacional