Del cine europeo de los últimos años, el nombre de los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne se ha convertido en uno de los más importantes. Si no, el más. Hace 11 años presentaban en el Festival de Cannes su film Rosetta, y sorprendían al mundo: ganaron la Palma de Oro. Hoy, esa película, se presenta en el ciclo Cine Arte del Auditórium (Boulevard Marítimo 2280) a las 16, 18 y 20.
La película está protagonizada por Émile Dequenne, Fabricio Rongione, Olivier Gourmet y Anne Yermaux: allí se habla de una adolescente de origen obrero que acaba de ser despedida y de cómo esta no acepta la caridad, sino que decide vivir por sus propios medios, incluso a costa de construir un complejo sistema de pesca ilegal.
Se puede hablar de Rosetta como una película social, que refleja la realidad de Bélgica, el país de los directores. Además, de ese realismo que los Dardenne han sabido imprimir en sus películas y que los ha hecho famosos en el mundo entero, también de un tipo de cine que se preocupa y logra instalar temáticas reales y que comprometen mayormente al espectador.
Se puede hablar de todo eso, decíamos, pero más interesante es hablar de cine: Rosetta es una película que, antes que nada, está hecha desde la forma y no desde el tema. Lo que importa en el film es la mirada de sus directores: el trabajo de cámara, la forma en que se mira una realidad sin juzgar, tampoco sin intenciones de construir un panfleto. El cine como experiencia, que además puede capturar la realidad.
Esa es la importancia real de los Dardenne. Para comprobar esto, trate de ver cualquier película política de hace 40 años: evidentemente han envejecido. Una película como Rosetta no envejece nunca porque la realidad que marca es universal, y con coyuntural. Se hace desde el cine y no a través del cine. Esto es lo que diferencia al cine del noticiero de la tarde. Rosetta, un film imperdible.