LA LEYENDA Y LAS MITAS
Por Virginia Ceratto
(especial para Mdphoy)
Luego del éxito y la osadía (no es fácil entronizar a quien ya tiene todos los laureles, el riesgo es altísimo) de José María Muscari que, sabemos, se atreve a todo con tiempos supra humanos y una diversidad de estilos que deja sin aliento, después de las funciones en el Palacio Libertad, “Mirtha, el mito”, retoma el encuentro con aplausos en el Teatro Regina, los domingos a las 18:00. Un horario más que amable para la generación que ama a la anfitriona Legrand y para los jóvenes -que acuden con intriga- que luego siguen de ronda. Y de ronda como debe ser: comentando lo que vieron y probablemente luego, conversando con quienes ven el programa de los domingos desde hace décadas.
Sobre idea de Valeria Ambrosio, Muscari no sólo se anima con la figura de una mujer del espectáculo que vive y opina, Legrand, sino con 12 actrices que cuyo desafío es estar a nivel una con otra y todas con el Mito. Si no fuera una genialidad, hubiera sido un alarde… Pero es una genialidad.
Y, bajo esa dirección que, sabemos, es de relojería y con las coreografías de Giorgina Tirotta, lo consiguen.
Hijos Julia Calvo, Victoria Carreras, María Rojí, Andrea Ghidone, Natalia Lobo, Anita Pauls, Vanesa Butera, Belén Pasqualini, Dedé Romano, Vera Frod, Tiki Lovera y Heidy Viciedo. Actúan, cantan, bailan, cuentan.
Aplausos.
Muscari indicó, y con razón, que Mirtha, el mito es una celebración musical. Y sí, es una fiesta y como tal, se canta. Lo cantan. Desde las actrices vinculadas por su historia personal con la Legrand, como Victoria Carreras, hasta las llamadas outsiders, como Vera Frod, esa genialidad performática que, a modo de ejemplo, combina a la perfección con Carreras que transita, en su repertorio, desde lo clásico hasta lo que escapa a cualquier género.
Ese cruce también es transitado por Rojí, o Pascualini, que vienen de la ilustre revista y el musical, respectivamente. O… Y Julia Calvo, que llega desde el teatro y las telenovelas.
Una perla es el tema “La viudita”, interpretado por Belén Pascualini y Victoria Carreras, con el peso de que fuera cantado por Mirha. Lo hacen, lo logran, las ovacionan, porque, más allá del virtuosismo vocal, consiguen aquella ingenuidad pícara del tiempo del cine de oro. Y acá, también, y en toda la obra, porque es una Obra en su sentido más completo, las coreografías de Giorgina Tirotta son formidables.
El público delira, literal. Se emociona, llora. Escucha con esmerada atención cuándo fue la primera vez que cada actriz conoció a Mirtha. ¿Cómo fue? Carreras recuerda su primera vez, como chiquita prodigio, a los cinco… Y una segunda, cuando estaba a punto de parir. Y de paso, no sólo recuerdos, aquí se ratifican esos dotes cultivados (se es artista por la técnica y la gracia de Dios, decía Lorca) para la comedia musical.
Y todas las actrices tienen con el programa de Mirtha vínculos más que significativos.
Como también está embarazada la evocación, en este multimedia, de las películas en blanco y negro. Como “La patota”, que, si la remake de Santiago Mitre en 2015 impactó, la de 1960, “Violación”, dirigida por Tinayre, con Mirtha, fue de una avanzada insuperable. Por el tema, el título. Osadía, como las de Muscari y equipo.
El director saca partido de cada actriz, y en conjunto ganan por goleada. Sin clichés, sin imitar. Pura interpretación a fuerza de carnadura, mordaz y punzante. Como el Mito evocado. La Mita evocada.
Y la música es como la mitología, atraviesa todos los tiempos, desde los más antiguos, con “La vie on rose”, interpretada por Rojí, hasta una versión coral de Lady Gaga. Acá no faltan ni Los Palmeras.
Si era difícil la propuesta, excelente fue encararla y complicado será superar esta maravilla.