Arte y Cultura, Teatro

CRÍTICA // TEATRO: “La Vargas”

DOS MUJERES, UNA LEYENDA

Por Virginia Ceratto

(especial para Mdphoy.com)

Pocos elementos escenográficos, los imprescindibles, enmarcan la escena de estas dos actrices y cantantes, Mona de Marco (Lola Beltrán, una corresponsal y Fridha Kahlo) y Karina Levine, una Chavela Vargas múltiple, también en un juego de espejos como el tríptico del mueble tocador que bien podría reflejarla en la breve timidez de sus comienzos, en la larga plenitud y en la adultez, alcanzan, junto con el delicado y equilibrado diseño de iluminación para introducirnos en distintos tiempos, desde un presente que, desde ya, no es tal, hasta múltiples pasados…

La Chabela recién llegada al espectáculo, la que se descubre a sí misma y al mundo y la que toma y se ofrece en plenitud. Y la de las sombras.

Y cada una traída a la evocación en acción por una Virgilio femenina… Capaz de acompañarla hasta el último círculo del Infierno.

Y aquí, infiernos hay, al menos dos. La pasión, que etimológicamente es patior, lo que no se puede evitar, y el alcohol, que ya verá cada persona cómo lo toma, literal, o lo abandona.

Y en principio, el principio, la música. Se trata de teatro musical, eso ya lo anticipa el título, “La Vargas”, y así comienza, con la exquisita ejecución en guitarra de Bruno Viviani, que también fue el responsable de los arreglos de las canciones que, con voces bellísimas y complementarias, interpretan Mona de Marco y Karina Levine. Mona cristalina, y Karina con gravedad.

Que sirva mencionar la versión en náhuatl de la canción que llora De Marco y la oquedad sonora y doliente del mismo tema interpretado por Levine. Y ese dúo inolvidable entre la artista plástica y la cantante cantado desde el borde mismo del dolor.

Complementarios que entran en correlato con los acordes de la luz de la devoración de todo y la sombra del dolor de las instancias de la vida de Chavela Vargas, harto conocidas por todos.

Excelente la elección de otra actriz como coprotagonista para dar relieve a esa completitud vanguardista, por cierto, que eligió Vargas en y para su vida.

Y aquí, argumentalmente, y se agradece, no hay hincapié, no hay romantización, no hay panfleto. Hay un vínculo, elegido, con personas del mismo sexo. Punto. Natural. Simple.

Rizzi -aplausos como autor y director- no hace de la sexualidad absolutamente enfocada de Chavela o de la variedad de Frida una pancarta ni un tratado, apenas esboza lo que, si hoy es combatido, porque aún lo es, en aquel Siglo XX, en Latinoamérica era, por lo menos, una proeza. Como hubo otras.

Un aparte para el vestuario, que ubica a la perfección cada época contada y cantada.

Un placer ver a Karina Levine como actriz, un placer Mona de Marco y su voz.

Imperdible. Dos funciones, una que se agregó a las 20:00, a sala llena, esta vez (ya que no siempre es así) lo confirman.

Lo dicho, imperdible.

Ficha técnica

Libro y dirección: Leo Rizzi. Intérpretes: Mona de Marco, Karina Levine. Música incidental en vivo y arreglos: Bruno Viviani. Diseño de luces: Federico Cordeiro

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