PASEN Y LEAN
Por Virginia Ceratto
(especial para Mdphoy.com)
Desde el anuncio del título, el poemario “Te puedo invocar por partes”, ya nos dice que la verdad y la belleza aquí serán lo mismo y que vendrán desde la pulsión de lo parcial, y de la mano del dolor.
No es casual que Del Pópolo integre ese conjunto (casi cerrado) de escritores de la Generación Y. Doblemente cerrado, por la escritura y por esos años con más penas que glorias.
Josefina, en crudo, borda una escritura en caleidoscopio. Fragmentada.
Casi previa al estadío del espejo.
El Yo poético, o esta Yo poética, es una y se despliega en varias.
Es la niña rota que se busca y se atisba, tal vez, en una madre ausente que se nombra con otro amor, como intento de supervivencia y completitud. Un otro, una otra, lo mismo da, que no completa.
Y todo está en la ferocidad de la voz.
Una voz que se despliega en paradojas donde todo puede ser y no es al mismo tiempo.
Familias que separan, que apenas se pronuncian se acaban, terminales con trenes sin horarios, ni retornos, con destinos inciertos para esta pasajera en tránsito, en trance, le cantaría García, que se escarcha buscando un amor real, algo a lo que aferrarse…
La palabra Josefina, tu palabra.
El deseo, ya lo sabés, jamás se completa. Habitás la falta y la vida es un partido en el que nunca, pero nunca, se gana por goleada. El único para siempre, lo aprendiste, era eso, lo parcial, lo inacabado. Aquel útero que es un paraíso perdido.
Las amigas están estancadas… La familia no se entiende… Y lo que se sueña se olvida.
De seda rasgada esta generación de nuestras hijas, que tal vez, nos han, o hayamos, perdido. Y no quieren morir, sintiéndose solas. Las ancianas tampoco Josefina, tampoco.
Cómo sobrevivir a esto cuando los reflejos se evaporan y a veces te hundís sola…
Con deseos deshidratados, dice. ¿Algo más contundente que esa adjetivación perfecta?
Sus días son enormes. Enormes, si fueran largos tendrían un final, pero son enormes, ella se cae en ellos, desaparece. Y sin embargo está, es.
Ella como un gesto, un ademán que danza.
Y ocurren los poemas. En la forma de la tristeza, en la imposibilidad de llamar… O de amar.
Hacia adelante hay finitud, y de ahí esa necesidad de no quemar el tiempo que nos queda.
Aunque sabe lo que hará el último día en la tierra. Su último día en la tierra.
Con una sabiduría de anciana, la niña que ya no es, hace lo único posible: escribe y llora.
Y entre las lágrimas, que son poemas, hay tanta belleza junta que asusta.
Inolvidable.
Ficha técnica:
“Te puedo invocar en partes” (poemario), de Josefina del Pópolo. Editó: Elemento Disruptivo, para su serie “NinXs de los 90”,