“Eran las dos de la mañana y daba vueltas en la cama pensando en la reunión que tenía al día siguiente, así que me tomé un cuartito y me dormí”, “no podía soportar que mi ex me vuelva a llamar…si no hubiera tomado la pastillita no dormía”, “Si no me dopo para subir al avión me muero de miedo”. ¿Quién no escuchó esas y otras frases del estilo alguna vez? Es que desde hace un tiempo los psicofármacos parecen haberse convertido en “los infaltables” de la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
Bienvenida la medicina y la farmacología cuando de ayudarnos a atravesar un momento de nuestras vidas se trata. Pero de ahí a que un ansiolítico sea nuestro motor para tolerar el día a día, hay una brecha.
Según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), la venta de clonazepam aumentó 105,9% en los últimos años, y a los expertos les preocupa la costumbre cada vez más extendida entre los jóvenes de mezclarla con alcohol.
Un relevamiento del Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Buenos Aires acusa un incremento del 75% en la venta de psicofármacos.
Para Perla Figueroa, directora provincial de Prevención de las Adicciones del Ministerio de Salud bonaerense, “los datos tienen que ver con un patrón, que es la medicalización de las conductas entre los argentinos”. Y resaltó: “Frente a la necesidad de pasar un proceso de angustia o de duelo, aparece la medicalización de ese momento. Eso está también asociado a la proliferación de la publicidad como un factor que promueve que una persona esté las 24 horas sin parar. Cuando aparece en el mercado una sustancia, sea o no un psicofármaco, que mágicamente nos calma un dolor y que nos dice que vamos a poder seguir con nuestra vida normalmente, eso no tiene en cuenta los procesos naturales que debe pasar el propio cuerpo frente a distintas situaciones”.
En este contexto, un estudio sobre consumo de sustancias psicoactivas del Observatorio Argentino de Drogas (OAD) de la Sedronar indicó que las mujeres tienden a consumir más tranquilizantes y ansiolíticos que los hombres y el consumo aumenta en la población que supera los 35 años, según publicó La Nación.
Isabel Reinoso, presidente del Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires, aseguró que el consumo abusivo de algunos psicofármacos, en particular del clonazepam, es “un problema interdisciplinario que tiene que ver con la excesiva prescripción de la droga y también con la venta de estos medicamentos por canales no habilitados”. Y advirtió que “la mezcla de clonazepam con alcohol es una de las máximas preocupaciones que tenemos”.
Por otro lado, Reinoso alertó que en períodos en los que el clima económico del país provoca más incertidumbre, tiende a subir el nivel de consumo. “En 2001 el consumo de psicofármacos creció enormemente”, dijo, y destacó que “hay que plantearse cómo se administra el medicamento. Hoy por hoy, hasta el vecino te da un tranquilizante para que pases un dolor”.
Si bien hay casos en los que una dosis adecuada puede ayudar en el marco de un tratamiento, la tendencia a la prescripción excesiva crece.
De manera conjunta con el Ministerio de Salud de la provincia, el Colegio de Farmacéuticos está trabajando en un sistema de farmacovigilancia de clonazepam que apunta a tratar de disminuir el consumo abusivo o inadecuado de la droga y a promover el desarrollo de un sistema informático que permita ver, más allá de la cadena comercial, quién está consumiendo la sustancia.
En ese sentido, uno de los métodos que aplicó la provincia para controlar el consumo fue el de las denominadas “recetas rosas”, que son órdenes emitidas por el Ministerio de Salud y enviadas al Colegio de Médicos y a las regiones sanitarias para que sean distribuidas entre hospitales y consultorios privados y sin las cuales los farmacéuticos no podrían vender ansiolíticos, neurolépticos, tranquilizantes mayores o antidepresivos.
Infobae