Con apenas el 17,01% de su población vacunada con el ciclo completo contra el covid-19, la Argentina se prepara para recibir de la peor manera, de acuerdo a la estimación de los expertos, la llegada de la variante Delta de la nueva enfermedad, 120% más contagiosa que el virus original.
Ante este escenario, y debido a la preocupante falta del componente 2 de la vacuna rusa Sputnik V, la Comisión Nacional de Inmunizaciones resolvió que la evidencia de los ensayos clínicos que se hicieron en las últimas semanas es suficiente para poder combinar las distintas fórmulas.
De modo que los ciudadanos que se vacunaron con la primera dosis de Sputnik V, podrán completar el esquema con AstraZeneca o la recién llegada Moderna. Se trata, nada menos, que de casi 7 millones de personas, la mayoría de las cuales son de riesgo.
Si bien las estadísticas son fundamentales para poder tomar decisiones, los números a veces no alcanzan para dimensionar en su justa medida la profundidad del problema. Cada una de aquellas personas tiene un rostro y una historia, son portadores de una enfermedad preexistente o simplemente son de edad avanzada. Una buena porción comenzó a ser inmunizada entre enero y mayo con la vacuna rusa.
Y muchos de ellos continúan esperando la imprescindible segunda dosis, habiendo superado holgadamente el umbral de un máximo de 90 días establecido entre uno y otro componente. Para peor, hay personas más jóvenes o sin comorbilidades que, siendo inoculados con la primera dosis meses después, ya forman parte del privilegiado 17% con inmunidad completa.
En Mar del Plata, desde el 29 de diciembre de 2020, según datos oficiales, se han vacunado 395.166 individuos, de las cuales apenas 114.115 ya completaron el ciclo. De aquel total, 144.750 marplatenses fueron inoculados con el componente 1 de Sputnik V, y sólo 39.565 recibieron el segundo. Es decir que en la ciudad hay más de 105.000 personas parcialmente inmunizadas.
Uno de ellos es Juan R. tiene 72 años y fue vacunado el 15 de abril, por lo que ya lleva 110 días de espera. “Como la jubilación no me alcanza, hago algunas cobranzas para distintas empresas”, afirma. Y agrega: “Me pagan por día. Si no salgo a trabajar, no cobro. O sea, estoy en la calle todo el día, viendo gente y tocando plata y papeles. Estoy muy preocupado”. Otro caso es el de Eduardo H., psicoanalista de 70 años que continúa ejerciendo su profesión: “Recibí la primera dosis el 27 de abril. Ya 90 días me parecía una barbaridad. Llevo más de 100. Yo amo lo que hago y necesito hacerlo. Tuve que pasar algunos pacientes a sesiones virtuales, y no es lo mismo. Por lo que muchos de ellos dejaron, y también siguen esperando la segunda dosis”, le cuenta a este medio.
El 26 de marzo, el Gobierno Nacional anunciaba que se iba a diferir en 12 semanas la aplicación del componente 2 de las 3 vacunas que había entonces: Sputnik, Astrazeneca Covishield, y Sinopharm. Fue una decisión política y sanitaria que hoy se ofrece tal vez equivocada, más allá del retraso de la Federación Rusa en el envío de su fórmula.
De acuerdo al sitio Our World in Data, al 4 de agosto Uruguay y Chile ya tienen al 65% de su población completamente inmunizada, y Brasil y México poseen el 20%. Argentina, como se dijo, corre por debajo de aquellos países con el 17%. Mientras que EEUU lleva casi el 50%, Israel tiene el 62%, España un 59%, Hungría 57%, Italia 54%, Alemania 53%, Francia 49%, y Serbia el 40%, por citar sólo algunos ejemplos. Rusia, por su parte, anda parecido a nuestro país: apenas el 18% de su población se vacunó con ambas dosis de su propia vacuna.
Guillermo C. tiene 56 años, y padece gamapatía monoclonal indeterminada. Se trata de una afección en la cual hay una proteína anormal, conocida como proteína monoclonal o proteína M, en la sangre, la cual se forma dentro de la médula ósea. Es potencialmente peligrosa. Guillermo se contagió de covid en febrero y la pasó muy mal: “Estuve internado 20 días, y llegué a saturar 80 de oxígeno. Casi no la cuento”, asegura. Fue vacunado con Sputnik el 1 de junio, y si bien aún está dentro de los 90 días, su médico le aconsejó que por su enfermedad, debe esperar el componente 2 de la rusa.
El mismo día se vacunó Daniel M, 50 años, quien sufre de leucemía crónica, obesidad, e insuficiencia cardiorrespiratoria. Además, tiene una lesión en la columna por lo que, si bien percibe una jubilación por invalidez, no le alcanza para vivir con su mujer docente y sus dos hijos de 10 y 7 años. “Tengo que salir a trabajar, arreglo electrodomésticos a domicilio. Me muevo en colectivos y veo gente. Estoy un poco asustado”, confiesa.
Entre marzo y mayo, Argentina envió 11 vuelos a Rusia a buscar vacunas Sputnik, mayormente del componente 1. Desde el 24 de diciembre, cuando arribaron con un gran show las primeras 300,000 dosis, el país recibió un total de 9.375.670 del componente 1 y apenas 2.493.160 del componente 2.
Mar del Plata no fue ajeno a ello, por lo que en aquellos meses fueron inoculadas miles de personas, mayores de 60 años o con comorbilidades previas, de acuerdo al propio criterio de prioridades establecido por el Ministerio de Salud. De los casi 105.000 ciudadanos que aguardan completar el ciclo vacunatorio, se estima que 70.000 de ellos son de riesgo, en una ciudad con el 25% de su población mayor a 60 años.
Sandra C. tiene 58 años, y padece cáncer de mama. Recibió esperanzada la primera dosis el 30 de abril. “Estoy muy angustiada. Me acuerdo lo contenta que estaba aquel día. Hoy estoy desconcertada”, cuenta la mujer, quien trabaja de niñera. Una situación similar afronta Luis H., de 49 años, que sufre asma crónica: “Me vacuné el 31 de mayo. Estoy dentro del plazo, pero me preocupa que tengo amigos más jóvenes y sanos que ya están con las dos dosis y yo sigo esperando”, señala.
La variante Delta del coronavirus, originada en la India, de acuerdo al Centro Europeo de Prevención y Control de las Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), para fines de agosto representará el 90% de los nuevos contagios en Europa y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), está en camino a transformarse en la variante dominante a nivel global. En la Argentina su llegada sería inminente. Para peor, Corea del Sur anunció en los últimos días 2 posibles casos de una nueva mutación: la Delta Plus.
Según diferentes estudios publicados, con una sola dosis tanto de AstraZeneca como de Pfizer “la inmunidad es del 33%”. Mismo porcentaje aplica para el resto de las vacunas, entre ellas la Sputnik. Es decir que en nuestro país, 6.6 millones de personas tiene apenas poco más del 30% de protección, muchos de los cuales, además, ya llevan más de 100 días de recibida el primer componente.
Con la Delta, para alcanzar la ansiada inmunidad de rebaño, sería necesario vacunar con el esquema completo al 90% de la población. Ya se dijo: Argentina, a más de 7 meses de iniciada la campaña, posee el 17%.
Jorge G. tiene 69 años, y fue vacunado el 28 de abril. Aún espera la segunda dosis. Al igual que otras 6 personas que no se animan a dar ni siquiera su nombre. Todos ellos recibieron el componente 1 de Sputnik los días 27 y 28 de abril.
Lo que más les indigna, es saber que entre enero y marzo, al menos en Mar del Plata y Mar Chiquita, tal cual revelara este medio, sindicalistas, dirigentes políticos, fiscales, funcionarios provinciales y municipales, y hasta jóvenes de 18 años, recibieron las dos dosis de la fórmula rusa, cuyos arribos se anunciaba con bombos y platillos. “No me voy a morir de coronavirus. Me voy a morir de la bronca”, afirma sarcástico uno de ellos.
La provincia de Buenos Aires aplicó hasta el 5 de agosto, casi 13 millones de dosis, pero 2.944.899 corresponden a segundas dosis. Por su parte, en Mar del Plata fueron inoculadas 395.166 personas, pero apenas 114.115 con esquema completo.
En ambos casos, representa poco más del 17% de su población, que en verdad, se trata de un número engañoso, ya que se toma como base los datos poblacionales del Censo 2010. Si se actualizaran los datos, el porcentaje en los dos distritos sería aún menor.
Mientras el mundo discute la posibilidad de una tercera dosis, Argentina avanza a paso cansino y moroso. Con una sociedad fatigada y hastiada, y con la Delta a la vuelta de la esquina, podría tratarse de una mezcla muy peligrosa.
Pablo Portaluppi
pabloportaluppi01@gmail.com
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