Luego de casi 20 años en el mercado, la reciente masificación del uso de cigarrillos electrónicos, y su consecuente impacto en la salud de quienes los utilizan, dio lugar a una gran cantidad de debates sobre su verdadera utilidad para dejar de fumar. Lejos de funcionar como una alternativa “saludable”, la industria tabacalera parece haber encontrado una nueva estrategia para introducir a más personas a este hábito popular.
Portal Universidad dialogó con Edgardo Marambio, especialista en medicina general y docente de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien brindó detalles acerca de las ventajas y desventajas que repercuten en la salud de las personas a partir del uso de los cigarrillos electrónicos.
En principio, las diferencias fundamentales entre los cigarrillos convencionales y los vapos radican en “la concentración de nicotina y de otros componentes, la cuestión cultural, histórica, económica y el grado de adicción”, indicó.
Sin embargo, sin importar el tipo de producto que se utilice, “tanto la nicotina como el tabaco en general producen una grandísima morbimortalidad, es decir, la gente se enferma y muere. El 100% de las personas que fuman se enferman y el 50% se mueren a causa del tabaco. En Argentina, todos los años mueren cerca de 40 mil personas a causa del tabaco, es como si desapareciese el equivalente a toda la ciudad de Balcarce”, declaró.
Con respecto al uso del cigarrillo electrónico, la principal discusión es el tema de la eficacia. Es decir, si realmente se trata de un producto útil para dejar de consumir nicotina o si trae oculta algún tipo de estrategia por parte de la industria tabacalera para lograr que las personas comiencen a fumar. “El principal punto radica ahí: ¿es una estrategia para dejar de fumar o es una estrategia para empezar a fumar?”, explicó Marambio.
Si se busca utilizarlo como un “reemplazo saludable”, esperando una transformación casi milagrosa, el especialista aseguró que “no es una alternativa segura para dejar de fumar, existen muchas otras que han demostrado mayor eficacia. Bupropion, vareniclina o mismo la nicotina en diferentes formas de presentación, como parches o chicles, son mucho más seguros que el cigarrillo electrónico”.
Es por esto que, lejos de funcionar como apaciguantes, las consecuencias que tienen en la salud están relacionadas con daños a nivel cardíaco pero, especialmente, a nivel pulmonar. “Existen muchos tipos de vaporizadores, con diferentes componentes y formas de presentación. Algunos contienen nicotina, otros tienen cannabinoide, que es el componente psicoactivo de la planta de la marihuana, otros tienen metales como el níquel, estaño o plomo, y algunos incluyen saborizantes como es el de acetilo. Esto puede llegar a desarrollar cáncer, fibrosis pulmonar, destrucción de los alvéolos y diferentes tipos de tumores“, confirmó.
Sin embargo, se han descubierto otros riesgos relacionados no solamente a los componentes, sino a los diferentes momentos en los que se utiliza el cigarrillo. Marambio declaró que “tienen una batería que calienta un líquido, por eso se habla de vapear, por el concepto de aspirar ese vapor. En esos momentos, sobre todo cuando se está cargando la batería, hay riesgo de incendios y explosiones“.
En cuanto a las diferentes legislaciones existentes alrededor del mundo, en general, se permite vapear en lugares donde el cigarrillo común está prohibido, “lo que produce que las personas fumadoras del convencional vean que otros tenían algo en la boca en un lugar cerrado y eso estimule la salida a fumar. Eso es así porque a una persona que ya tiene adicción, dependencia o síndrome de abstinencia le ocurre lo mismo mismo que con cualquier otra droga o alcohol, tiene la necesidad de consumir. Por eso digo que es una estrategia de la industria tabacalera en pos de no disminuir el consumo de tabaco al no respetar los ambientes libres de humo”, aseguró.
Evitar o disminuir el consumo de tabaco de todo tipo es una de las acciones por las que se lucha a nivel mundial, incluso se trata de una de las enfermedades crónicas no transmisibles que en los últimos años ha disminuido, cuando el resto de las enfermedades crónicas no transmisibles, como hipertensión, diabetes y obesidad, continúa en aumento. “Es una batalla que los servicios de salud y la comunidad están ganando, en pos de lograr una sociedad más sana y económicamente productiva”, concluyó Marambio.
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