No hay mejor trampa que una licitación pública armada con precios de cartelización. El equipo de Montenegro lo sabe. Ya la incidencia se convierte en el avance que afecta a los trabajadores muncipales que han perdido el 42 % de poder adquisitivo en los tres últimos años, 2020, 2021 y 2022. Así es la distribución de la recaudación de los contribuyentes marplatenses, que política y hasta caprichosamente ha decidido el intendente municipal. Debe contabilizarse tambien la caida y la precariedad de los servicios que presta la municipalidad que marchan en una constante declinación. En pocos días más cuando se vote el presupuesto 2023 Juntos Por el Cambio estará aprobando la transferencia más grande del sector público a manos privadas.
El intendente Montenegro buscará a fin de año obsequiarle a las empresas Ciageser y Esur, ambas integrantes del grupo empresario que lidera la recolectora Transportes 9 de Julio, el monopolio absoluto de la basura en Mar del Plata.
El pesebre improvisado junto al arbolito del Emsur no tendría otra intención que asegurar el financiamiento de la campaña electoral 2023, replicando el histórico modelo del PRO capitalino donde el grupo Roggio tiene preeminencia en la recolección y disposición de residuos, entre otros millonarios contratos.
Esta maniobra empezó a urdirse a mediados de 2021 cuando de manera graciosa Montenegro decidió otorgarle a esas empresas la operación del predio de disposición de residuos, a través de una insólita y sospechosa contratación directa. Jugaron en esa liga los Camioneros de Pablo Moyano, con la inestimable ayuda del presidente de la AFA, Claudio ‘Chiqui’ Tapia, también basurero y funcionario designado por Larreta en el Ceamse.
Fue ese el primer y decidido paso del gambito que los tres Reyes Magos (Montenegro, Rabinovich y Lence) buscan coronar a partir del próximo 27 de diciembre, entre gallos de nochebuena y y Año Nuevo que al fin y al cabo a nadie le importa dónde tira los residuos Papá Noel, regalándole a los empresarios “amigos” el monopolio de la basura en perjuicio de las arcas municipales. Los zapatitos de Ciageser y Esur prolijamente esperando que los reyes les traigan el regalo prometido en los primeros días de enero.
“Muchachos, ni se molesten en presentarse porque la licitación ya tiene dueño” es lo que aseguran indolentes desde el mismo municipio para no jugar con fantasías infantiles. Es que, con más presencia -y tal vez contaminación- visual que todos los emblemas culturales y turísticos de Mar del Plata, la empresa Ciageser busca alzarse con el millonario negocio de la disposición final de residuos, para así evitar cualquier control -hoy tampoco nadie controla- respecto de los volúmenes de residuos ingresados por esa empresa, y que debería pagarle al municipio para su disposición.
Dejaría de tal suerte de existir cualquier posibilidad de control cruzado, mientras que sería imposible verificar si Transportes 9 de Julio cumple o no su contrato.
Ciageser desembarcó en estas costas allá por el año 2009 como un apéndice de Transportes 9 de Julio SA, empresa que desde hace 30 años acapara el negocio de limpieza urbana y recolección de residuos, en contrataciones sucesivas y siempre polémicas con el Municipio.
Esta empresa había conseguido en aquellos años hacer aprobar una ordenanza que ponía en cabeza de los generadores privados (gastronómicos, hoteles, supermercados, etc.) la obligación de contratar servicios particulares de recolección de residuos cuando sus desechos superaran los 20 kilos, un umbral mínimo casi ridículo en comparación con otras ciudades.
El negocio así concebido se cerraba a través del control que debían efectuar los inspectores municipales, funcionarios de la la misma inspección que por contrato cuenta desde siempre con una oficina dentro de la propia empresa recolectora.
Dicho de otra manera: los inspectores que labraban las actas de infracción -o las evitaban- indicaban la contratación del servicio particular de retiro de basura por parte de Transportes 9 de Julio SA. Habían logrado así, junto con los funcionarios municipales, reprivatizar el servicio de recolección.
Conscientes de la posición dominante en el mercado y para ahuyentar sospechas, Transportes 9 de Julio SA decidió cederle la facturación a Ciageser, subsidiaria de la misma empresa recolectora. La vinculación entre ambas sociedades -si bien escondida en su compleja ingeniería jurídica- fue siempre evidente. Nelson Iturrieta es el presidente de Ciageser, mientras que su hermano Miguel Iturrieta, es el histórico apoderado de Transportes 9 de Julio, a quien el intendente Montenegro con precisión suiza le reconoce millonarios incrementos por el servicio de higiene urbana.
Ciageser, en UTE con Esur -otra empresa constituida por Transportes 9 de Julio-, busca ahora resolver la irregularidad jurídica que conlleva la inescrupulosa contratación directa por medio de una licitación ‘amañada’ para ellas: es la primera vez en la historia, en toda la literatura universal, que empresas de recolección sin experiencia en disposición califiquen para participar en una licitación para operar un relleno sanitario. Mar del Plata ‘for export’.
Es claro que para lograr tamaña aberración jurídica, una ilegalidad que logra conmover todos los libros de derecho administrativo, Montenegro hubo de pagar bien caro la onerosa excentricidad del basquetbolista de la UATRE, Nicolás Lauría, y la impostada ‘ética de la responsabilidad radical’ que entonces vendió Maximiliano Abad haciendo desempatar a su esposa, presidente del Concejo Deliberante.
Casi como si Marina Sánchez Herrero, abogada con pasado en el Consejo de la Magistratura, no aspirara a negociar con el kirchnerismo su ingreso a la Corte de Justicia provincial. ¿El Derecho?, bien gracias.
Así, mientras los marplatenses se entretienen con el mundial y palpitan una temporada turística récord, el ojo entrenado de quienes ven más allá de la fingida gestualidad del vecino de San Isidro puede ahora advertir cómo la ciudad más querida por los argentinos empieza a cambiar de manos. Hoy la omnipresencia ya no pertenece más a aquel intrépido empresario al que todos besaban el anillo, sino ¡triste destino! al monopolio de una empresa de basura.
Mar del Plata se ofrece hoy atestada de contenedores de basura, desbordados de deshechos y chorreantes de lixiviado, ensuciando veredas y degradando comercios, ocupando plazas de estacionamiento vehicular, entorpeciendo el tránsito y con una publicidad en la vía pública exagerada y sin control. Mientras los empresarios gastronómicos y textiles son perseguidos por la voracidad municipal que controla al centímetro la cartelería, Ciageser exhibe en enormes letras de molde su hedionda posición dominante.
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