Quizás el mote de “ciudad feliz” ha condenado a Mar del Plata a una buena onda entre naif y bobalicona. Porque una verdadera “ciudad feliz” tiene que ser de puertas abiertas y absolutamente complaciente con todos. Tal vez la tibieza de carácter del marplatense medio, sea una forma de contrarrestar la frialdad del agua de sus playas.
La “ciudad feliz” construye referentes discretos, casi invisibles. Referentes como Ariel Ciano, un hombre que viene transitando la política local desde hace décadas y del que reiteradamente nos preguntamos cómo es que llegó a ese lugar.
Ariel tiene genes dignos de esa discreción. Su padre, Vicente Luis Ciano, el “Cholo” (a Ariel le dicen “Cholito”, porque no le da ni para tener apodo propio, así de discreto es todo) es otro hombre discreto; profesional discreto de larga experiencia sostenida en la discreción de un público un tanto indulgente.
Como referente de esa discreción de la “ciudad feliz”, Ariel Ciano ha tenido ideas positivas, amables, como tiene que ser. Por ejemplo, movilizó todo en su momento para nombrar Amado Boudou como “vecino destacado”. Amado (ese sí que no es discreto, tal vez por eso triunfó afuera), el ex vicepresidente de la Nación y ex ministro de Economía que pasa sus días gambeteando a la Justicia.
“Vecino destacado” de la “ciudad feliz” que ha recibido fallos adversos de dieciséis jueces y anduvo -y anda- entre prisiones efectivas, domiciliarias tobilleras electrónicas, reducciones de penas y cuánta maniobra más se le puede hacer a la Justicia para no cumplir las penas de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública.
Ariel es un hombre discreto pero bueno, amable, como todo habitante de la “ciudad feliz”. Por ejemplo, logró que su encargado de prensa termine como titular del ENACOM local. Y a su imprentero también le va muy bien: salta tanto de partido político que tiene que cambiar de tarjeta a cada rato. Hoy le toca habitar el espacio de otro satélite K, Sergio Massa adherido a Alberto Fernández.
Obviamente como hombre discreto de la “ciudad feliz” nunca le pasaría por la mente un mal pensamiento. De ahí se entiende el silencio que ha tenido él (y la clase política marplatense en general) sobre el caso reciente de vacunación VIP por parte del empresario hotelero y mediático Florencio Aldrey Iglesias.
Claro, por el radar de Ariel no pasa la idea de nombrar a alguien como “persona no grata”, que es lo que en todo caso merecería don Florencio. Convengamos que en esta oportunidad lo de “vecino destacado” sonaría un poco fuerte.
Florencio, otro personaje poco discreto que ha triunfado afuera… pero también acá, allá y acullá, ha sido uno de los máximos favorecidos con la discreción de la “ciudad feliz”.
La obtención de edificios históricos en concesiones dudosas, el manejo de medios monopólicos nunca alcanzados por la ley, entre otras joyas de su arsenal de inmoralidades, tal vez hayan sido el aperitivo para lo que ocurrió hace poco: su inclusión en el “Vacunatorio VIP”.
Florencio, junto a tres familiares, logró saltar los turnos e inocularse contra el coronavirus. Lo hizo en tiempos donde las vacunas llegaban en menor cantidad que el agua al desierto. Y es muy razonable pensar que las dosis que fueron destinadas a cubrir a él y a su familia, podrían haber salvado la vida de algún jubilado que no llegó a ser inmunizado.
Pero por suerte Florencio goza del beneficio de los hombres discretos, como Ariel, “Cholito”, que se llaman a silencio y son perfectos representantes de la “ciudad feliz”. A la casta política en definitiva le sirve porque Florencio es el dueño de la versión actual del “diario de Yrigoyen” o “de la calle Yrigoyen”, para ser más precisos, y desde allí modula beneficios, pero sobre todo castigos para quienes se animan a correrse dos centímetros de la línea propuesta.
Mientras tanto, desde su banca Ariel Ciano sigue perorando obviedades y siendo selectivamente oportunista a sus necesidades y obsesiones políticas de seguir prendido de los dineros públicos. Uno de los grandes favorecidos por su cercanía a Florencio Aldrey Iglesias y al multimedios dueño del diario La Capital, que no ha dado cuenta ni mención de quienes han estado involucrados en el “Vacunatorio VIP”.
Treinta años viviendo de la función pública lo convierten al “Cholito” ya en una suerte de activo del Estado. Y como el Estado somos todos, nos animamos a preguntarnos si se animaría a nombrar “persona no grata” a quien ha atravesado todos los límites posibles de inmoralidad. O si seguirá siendo un hombre “discreto” de la “ciudad feliz”.
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