Hay un uso oficial indebido de la figura del ex presidente doctor Rául Alfonsín. CFK y sus funcionarios, apelan sistemáticamente a la deformación en su propio relato. La sucesión de malas noticias que provienen de la justicia, los remonta en forma desesperada a rescatar episodios que no reflejan la verdad, de los históricos acontecimientos vividos durante la presidencia de Alfonsín. Si Clarín miente (como lo sostiene la urdimbre K), el gobierno nacional multiplica de manera inversamente proporcional su mensaje mendaz, desconociendo sus límites, con tal de llevar agua para su molino.
En primer lugar Raúl Alfonsín no fue montonero, tampoco un terrorista “enfierrado”, no fue un corrupto, no fue socio de Clarín, no se enriqueció en su paso por la función pública, enarboló la bandera de la democracia y en sus discursos recitaba el preámbulo de la Constitución Nacional, garantizando la libertad, no entrometiéndose en el Poder Judicial, la libertad de prensa fue respetada sin intervenir con pautas publicitarias y/o compra de empresas periodísticas, a través de terceros, que son testataferros del gobierno. Tanto Néstor Kircher como Cristina Fernández ignoraron a Raúl Alfonsín en vida, y por supuesto, también lo ningunearon en esta versión del relato único.
Ahora Alfonsín aparece como víctima de Clarín, en los editados videos oficiales de archivo. Con las grabaciones en Futbol Para Todos, de avisos proselitistas de un privilegiado empleado público de este modelo, como Víctor Hugo Morales, que rápidamente se tomó de las tetas de Luperca y sabe de las diferencias que se hacen con las pautas de publicidad que cobra del Estado, mientras descarga la revancha personal por su frustración de no haber podido insertarse en Torneos y Competencias.
Sería bueno saber dónde estaban CFK (¿ejerciendo como exitosa abogada?) y Víctor Hugo Morales,(¿lucrando con algún barrilete cósmico?) cuando en Semana Santa de 1987, Alfonsín con todo el pueblo argentino sostuvo la democracia, del intento de subvertir el orden democrático con Aldo Rico a la cabeza. La Plaza de Mayo (en ese momento) se llenó sin contratar artistas y 1.000 colectivos, como ocurrió hace apenas una horas. La gente no necesitó en 1987, que armaran una fiesta para ir a defender la democracia, ni mezclarse con un extraño festejo partidario, del que se excluyó a todo el arco opositor, por los 29 años de nuestro sistema de gobierno, precisamente restaurado por Raúl Alfonsín.
Dijo CFK que lloró cuando Italo Luder perdió las elecciones en 1983. Como militante debió compartir entonces la oferta electoral de Luder, dispuesto a no investigar (como lo dijo el candidato en su campaña electoral) los crímenes y las desapariciones de personas producidas durante la Dictadura Militar, que involucraba a todas las juntas de militares, que desfilaron como gobierno en el denominado Proceso de Reorganización Nacional.
Por supuesto que Alfonsín protestaba contra Clarín, si nos atenemos a una línea informativa crítica que molestaba a su gobierno. Así, si se aprovechaban sólo los 14 paros generales de Saúl Ubaldini (luego diputado nacional del PJ) por 15 tapas, el matutino porteño tuvo al menos 50 tapas para utilizar como argumento crítico sus títulos de portada.
Es imprescindible saber que el PJ formaba parte, con él (NCK) y ella (CFK), de los festejantes de Carlos Menem y Domingo Cavallo, que decían que estaban listos para asumir, (y obligaron a la entrega anticipada del poder) mientras que agudizaban los graves problemas económicos que padecía el país, la soja no existía directamente y el crédito internacional para el país era inaccesible por sus altas tasas, las sequías dejaron sin fuerza hidráulica a los ríos no pudiéndose generar energía eléctrica. Todos aportaron el granito de arena necesario para sacar del sillón presidencial a Raúl Alfonsín: los empresarios, el P.J., los militares que fueron juzgados, los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica, los sindicatos peronistas, los gobernadores peronistas, los terroristas de izquierda que todavía actuaban enfierrados, etc. Alfonsín, lamentablemente, no disfrutó de precios internacionales de sus productos (como nunca tuvo la historia de nuestro país) ni tampoco créditos en dólares a ínfimas tasas de interés, no recibió un dólar con un equivalente a $ 4.- que hubieran servido para recuperar un país de los genocidas que aislaron internacionalmente también a la Argentina.
Enfierrados, y no tanto, fueron destituyentes y desestabilizadores, como civiles o como corporaciones en 1989, se llevaron puesto al presidente que también casi con un 54 % de los votos, recuperó la democracia para nuestro país. Resulta un delirio fijar cómo único objetivo de política de Estado, debilitar a un multimedios periodístico atribuyéndole la propiedad de todos los males que sufre un gobierno que se ha caracterizado por despilfarrar la mejor oportunidad que ha tenido el país de cambiar rotundamente el destino de bienestar que aguardaba al pueblo argentino. El plano inclinado de este tobogán ya inexorablemente nos lleva a otro duro golpe contra el suelo. Ahora ya nadie repara en aquel presidente, que sólo se llevó como premio entregarle el poder a otro gobernante, elegido en democracia por los argentinos. Una lástima que sólo se lo rescate, para sostener con mentiras, algo que ya tiene demasiados indicios de descomposición y los padecen los millones de argentinos.
Jorge Elías Gómez