Con un carácter eminentemente electoralista esta pseudo competencia ciclística con utilización indebida de la emblemática prueba francesa, causó una verdadera paralización de la ciudad y la interconexión de la misma hacia el Norte y Sur de la Avenida Luro.
El grotesco lo vivieron la mayoría de los habitantes de la ciudad que no pudieron desplazarse por lo cortes de calle y avenidas paralelas y transversales a Luro. El corte fue de tal magnitud que el transporte público de pasajeros vio alterado todo su funcionamiento, itinerarios y horarios, causando todo tipo de inconvenientes a los usuarios.
No se recuerda en la historia marplatense un corte de semejante magnitud ni aún en oportunidad de acontecimientos de orden nacional e internacional, que se hayan realizado en nuestra ciudad.
Para autorizar los cortes se debió requerir la aprobación del Honorable Concejo Deliberante, pero la organización e instrumentación se les fue de la mano a las autoridades de la Dirección de Transporte y Tránsito, y por supuesto a la inexistente Secretaría de Gobierno a cargo del arquitecto Marcelo Artime, que tiene el “manejo” del área y también a la súper estructura de Control Municipal con Eduardo Bruzzeta a la cabeza.
Cabe recordar que la ex de Tránsito y ex patinadora Claudia Rodríguez, organizó un corredor saludable por la costa y causó también un despropósito como el ocurrido hoy sobre el Acceso Norte. Parece que ningún sabihondo la sucedió en el cargo, sino Guillermo Iglesias, auspiciado por el presidente del Concejo Deliberante doctor Ariel Ciano.
En cualquier gobierno serio y que se precie de gobernar para los vecinos y defender los espacios públicos como proclama el intendente Pulti, debería pensarse en el cese en sus funciones de los responsables de la organización, pero no este es el gobierno de Pulti, y para mañana debemos prepararnos para vivir otro bochorno semejante durante la segunda jornada de la edición vernácula del Tour de Francia.
Pésima organización que espero jamás vuelva a repetirse. Cuando intenté cruzar Luro con mi pequeña moto, un enjambre de agentes de tránsito, policías y gendarmes se me vinieron encima como avispas furiosas, con la intención de impedir que pudiera llegar a mi casa, situada a 50 metros de la avenida (lo cual pretendí justificar –inútilmente– exhibiendo mi documento).
A mi lado, un furioso taxista les gritaba que acababa de escuchar por la radio que el primer pelotón de ciclistas aún no había salido de Balcarce.
Es decir, que el cierre de Luro demandó más tres o cuatro horas sin tener en cuenta la enorme distancia a la que se hallaban los competidores.
En un país serio, en una ciudad seria, se organiza de otra manera un evento de esas características.
Por ejemplo, teniendo en cuenta que cada pelotón estaba precedido por numerosas motos policiales y vehículos de la organización, bastaba con un previo aviso por handy que dijera, por ejemplo, “estamos a 50 cuadras, corten ya”.
Pero no… cuando los primeros ciclistas estaban aún a 70 kms de la ciudad, la avenida Luro parecía el muro de Berlín.
Al menos, la gran cantidad de policías, gendarmes, prefectos, agentes de Tánsito y voluntarios que custodiaban todos los cruces desde la rotonda del Hipódromo hasta la costa, garantizaba que durante esas horas no se produciría ningún hecho delictivo en dicha zona. Estaban todos, como jamás se vio… faltan solamente los boy-scouts.
En fin, una lamentable forma de desarrollar tan importante competencia deportiva.