Una red conformada por 35 laboratorios de diferentes partes del país analiza desde 2021 muestras de flores, aceite, resina o cualquier elaboración a base de cannabis para determinar la cantidad de cannabinoides (compuesto de la planta) a fin de garantizar la calidad de estos productos con fines terapéuticos, un servicio que puede ser requerido tanto por organizaciones como por particulares y cuya demanda está en constante crecimiento.
El docente e investigador del laboratorio, Gastón Barreto, dio detalles respecto a la información que procesan, no sin antes destacar la importancia de continuar apostando a la investigación.
“Es clave que los laboratorios estén activos acompañando una agenda que surge de una demanda social. No es una agenda de Conicet, ni de Racme, ni las universidades, sino que todo eso se creó debido a cómo la sociedad y las asociaciones civiles avanzaron en este reclamo de ordenar todo esto que sucede con el cannabis como una herramienta terapéutica. Y una forma de ordenar es conocer para generar previsibilidad y que la gente pueda sostener los tratamientos terapéuticos. Insisto, no en la individualidad, sino en las organizaciones. En ese escenario me parece importantísimo la pata de la caracterización química”, reflexionó.
Y, en esa línea, describió el trabajo en el marco de la Racme: “De alguna manera el Inti está tomando la bandera de eso y está generando un escenario de intercambio interlaboratorio, además de generar los estándares, nos han mandado los estándares que generaron gratuitamente para que los conozcamos, para que los probemos, y les hagamos una devolución. Lo que está organizando ahora es un escenario de análisis interlaboratorio, donde ellos van a mandar una muestra, y todos los laboratorios van a analizar para chequear la consistencia en el resultado, eso es lo que nos está haciendo falta, está habiendo bastante dispersión, o algo de dispersión, entendemos, entre los laboratorios, es necesario corregirlo”.
“Somos un laboratorio de una universidad pública y estamos analizando cannabis desde el año 2017, con los recursos que vamos teniendo. Pero en general, lo que está instalado acá está formalizado a través del área de vinculación de la universidad como un servicio a terceros. Y también como un servicio tecnológico de alto nivel teniendo en cuenta que es de doble dependencia”, sostuvo.
“Un servicio es la determinación de cannabinoides, donde determinamos tres componentes: cannabinol, cannabidiol y tetrahidrocannabinol. Lo hacemos sobre flores (que últimamente hemos hecho bastante), sobre aceite, resinas, pinturas y, eventualmente, también hemos hecho alguna crema”, enumeró Barreto.
“También estudiamos terpenos (compuestos aromáticos) de cannabis. Analizamos cuatro terpenos: Irfenol, Inalol, Limoneno y Veltacariofileno. Además de ver el perfil completo cualitativo, de poder decirle a la gente cuáles son los responsables del aroma, le decimos cuánto hay de esos cuatro. Estamos a la espera de que llegue, supuestamente en diez días, un estándar que nos va a permitir analizar 19 de estos terpenos, además de los tres cannabinoides que comenté”, describió.
La logística para el procesamiento y determinación química es la siguiente: primero obtener los estándares que, por lo general, son importados y cuyo valor ronda los dos mil dólares. A modo de ejemplo, Barreto explicó “pasa con cualquier sustancia química, si queremos determinar un contenido de azúcar en una bebida, hay que comprar un estándar químico de ese azúcar que queremos determinar, y lo comprarás a una empresa proveedora de estándares, donde te asegura la calidad y la pureza de ese compuesto químico”.
Finalmente, el investigador recordó que en este laboratorio “no hacemos producción, todo está enfocado en investigación y desarrollo”.