Amado Boudou fue procesado la semana pasada por un hecho que puede parecer hasta insólito para un vicepresidente: el juez Claudio Bonadio determinó que hace más de una década falsificó los papeles de su cupé roja Honda CRX Del Sol para, en teoría, no tener que dividirla en su divorcio de Daniela Andriuolo.
“Creo que él ha subestimado la capacidad de reacción de una mujer enojada. En el fondo, a mi clienta lo que más le molestó fue que Boudou le negó el estado de casada, porque en una entrevista Boudou aseguró que era soltero y nunca se había casado”, explicó su abogado, Eduardo Romanin, en diálogo con el periodista Luis Novaresio en InfobaeTV.
El letrado consideró que Boudou “es un langa que quiso ser cheto y cuando tuvo posibilidad jugó de guapo”. “Pero en este caso le salió mal”, señaló, porque los papeles le jugaron una mala pasada y su maniobra para intentar demostrar que el auto lo compró antes de casarse le salió mal.
“En primera instancia, dice que bajo ningún aspecto ese bien es un bien ganancial, que lo adquirió el 1º de julio del 92, fecha en la que no estaba casado. Es cierto que no estaba casado, pero lo que no es cierto es que lo adquirió en esa fecha. Recién lo adquirió un año después, como se acreditó en el expediente de Bonadio”, explicó.
Luego, dijo que en realidad adquirió el vehículo en 1992, pero por “un problema de registros” el gestor realizó el trámite recién al año siguiente. La tercera fecha la introdujo este año, una semana antes de la feria judicial. “Presentó un escrito y dijo que efectivamente adquirió el auto en el 93, se pone a tono con lo que había dicho en su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción. Por lo tanto, ese auto es un bien ganancial”, detalló Romanin.
Andriuolo vive hace unos cinco años en Italia. Para el manejo de sus causas, le firmó un poder a su abogado, quien, para concluir la entrevista, terminó con una fábula: “Boudou es un hombre como el de la anécdota de Tartarín de Tarascón. Tartarín vivía en Tarascón y, como quería que la gente le llevara el apunte, empezó a inventar historias como que el boticario andaba con el cura. Todas cosas que al principio motivaron a que la gente lo viera, pero luego lo empezaron a dejar de lado. Al punto de que al final Tartarín se tuvo que ir de Tarascón porque no podía hablar con nadie”. “No sé si Boudou no tendrá una situación parecida a la de esta parábola”, concluyó.
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