La implementación de la boleta única en papel, convertida en Ley -a las apuradas- por el Congreso, tiene efectos mucho más profundos en el sistema político que los que se perciben el día de la elección. En la Provincia de Buenos Aires, la madre de las batallas, esos efectos son tan drásticos y profundos que nadie termina de medirlos y pesarlos con exactitud.
En parte se debe a que no está todo dicho. La nueva ley establece que todos los candidatos se muestran en una sola boleta y que el votante expresa su elección marcando su predilección en cada categoría. Está previsto que se aplique en las elecciones de cargos nacionales, pero si prosperan algunos proyectos presentados en la Legislatura, puede llegar hasta el último rincón del territorio. Y si no cambia ninguna ley provincial, también moverá -y mucho- el avispero.
Vamos por partes: lo que el Congreso sancionó tiene alcance para la elección presidente y vice, diputados y senadores nacionales, convencionales constituyentes, parlamentarios del Mercosur. La vieja sábana se sigue usando, en Buenos Aires -por ahora-, para elegir gobernador, diputados y senadores provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares.
A los legisladores del oficialismo y de la oposición les quedan tres meses de trabajo para impulsar los cambios que les parezcan pertinentes en el ámbito provincial. Desde el 1º de enero de 2025 corre la regla no escrita que plantea que no se pueden efectuar cambios de legislación electoral en años impares ya que significaría un cambio de reglas sobre la marcha del proceso.
Buenos Aires recupera soberanía política
Como están dadas las cosas hoy, la Provincia podría optar por desdoblar la elección, disponiendo fecha y método de votación; hacerla simultánea, en la misma fecha y bajo las reglas nacionales; o hacerla concurrente, en la misma fecha, con urnas y reglas electorales separadas, como se hizo en la Capital Federal el año pasado.
Claro que si quisiera desdoblar totalmente se cruzaría con un obstáculo adicional: la ley PASO provincial establece que las primarias se hacen indefectiblemente en la misma fecha que las nacionales, gracias a un artilugio que el mismísimo Néstor Kirchner impuso en 2009 para sellar cualquier intentona rebelde del peronismo provincial.
Pero hay más: si la Provincia quisiera jugar con sus reglas -como amagó tantas veces en el pasado-, debería afrontar en solitario los gastos que implica organizar la elección. No sólo eso, también tendría que dotar de personal y recursos a la Junta Electoral provincial, que desde hace décadas no organiza una elección en el padrón más amplio de todo el país. Es mucha plata y mucho, pero mucho lío.
Pase lo que pase, la boleta nacional y la boleta provincial se colocarán en urnas separadas. Esto se debe a qua Ley aprobada por el Congreso señala expresamente que “en ningún caso podrán incorporarse categorías provinciales o municipales a la Boleta Única en la que se eligen categorías de cargos nacionales y la elección de cada jurisdicción se llevará a cabo en urnas separadas”.
La elección está dividida de hecho y, sin haber movido un dedo, Buenos Aires recupera soberanía política. En 2025, el primer tramo de la lista mostrará los nombres de los candidatos a diputados y senadores provinciales. El segundo, el de los concejales. Se limita así el arrastre de las “figuras nacionales”. Y con eso cambia todo el juego.
Boleta Única: ¿Hacía falta?
La boleta única tienen tantos detractores y simpatizantes como la lista sábana. Entre los primeros se inscriben los que señalan, con buen tino, que desde 1983 a la fecha no ha habido sospecha de elecciones robadas. Irregularidades sí, fraude sistemático no. Elimina el conocido robo de boletas pero no es infalible. En la elección de Santa Fe, en 2015, Miguel Del Sel perdió con boleta única y denunció fraude. El propio Mauricio Macri le frenó la mano cuando iba a llevar las pruebas a la Justicia.
El abogado constitucionalista Julián Portela, declarado crítico de la lista sábana, señaló que el impacto de la BUP en Provincia será mayor al que produjo en otras provincias, no sólo porque algunas lo vienen implementando, sino por el volumen de legisladores que se elige elección tras elección. “Boleta única obviamente es una evolución en la medida que logremos que la ciudadanía acompañe informándose acerca de lo que está votando, porque si no lo que podemos llegar a lograr es una fragmentación muy fuerte de las representaciones en las Cámaras. Eso perjudica a los partidos tradicionales y favorece a los nuevos, entre ellos el del Gobierno”, advirtió en el mismo sentido.
“Había que hacer algo con la lista sábana, pero esto como medida única no está buena para la Provincia de Buenos Aires”, agregó y resaltó la necesidad de que se acompañe “con una fuerte campaña de educación y concientización” y de que la ciudadanía “haga un buen análisis de premios y castigos para los que no han hecho un buen trabajo antes y los que se comprometan a cosas que no se pueden cumplir”. Esto se debe a que en provincias como la nuestra, no hay espacio físico para anotar 35 candidatos titulares y sus respectivos suplentes. Muchos nombres pasarán bajo el radar.
En un extenso artículo publicado en el Diario Perfil, los politólogos Emiliano Centanni, Sebastián Galmarini y Aníbal Torres plantearon que si bien la BUP puede ayudar en la “simplificación y garantización de la oferta electoral” conlleva a la par “riesgos y considerables costos asociados, tanto en términos de fiscalización, complejidad del escrutinio, aumento del gasto, y la ruptura de los vínculos partidarios”, empezando por el tamaño de las boletas y las dificultades para fiscalizar rigurosamente, especialmente frente a la aparición de eventuales boletas apócrifas o votos anulados o impugnados de manera irregular.
¿Era necesario entonces cambiar el sistema?
Boleta única y efectos mútiples
En el off the récord, muchos analistas apuntan a la búsqueda de efectos políticos, más que electorales, con el cambio en el sistema de votación. El poder de tracción de los grandes liderazgos nacionales se limita, la oferta electoral se atomiza, los territorios recuperan poder de fuego y de decisión. ¿Se termina la era del “dedo” de Cristina y de Macri? ¿Los intendentes recuperan la batuta? ¿Javier Milei se pegó un tiro en el pie?
En el PJ Bonaerense se da un movimiento interesante: los mismos coristas que se pliegan al clamor para que Cristina Kirchner presida el PJ Nacional se entusiasman con la idea de que no les puedan imponer candidatos en sus territorios. Sin la boleta sábana, en la que el primer tramo “arrastra” o “hunde” al resto de los candidatos, ¿juegan con las manos libres? ¿Es una oportunidad para que Axel Kicillof rompa sin romper?
Los intendentes vecinalistas son grandes beneficiados del cambio de reglas, por los mismos motivos. ¿Y La Libertad Avanza? Sin estructura y sin nombres consolidados en los territorios, el partido de Javier Milei tiene como único capital político a la figura presidencial, sumada a la de dos o tres nombres que suelen aparecer en el prime time de la tele. El oficialismo necesita robustecer su representación en el Congreso, pero también guarda aspiraciones de gobernar más de un período.
“En Provincia de Buenos Aires, a quienes quieren jugar por fuera de quiene tienen el poder de la lapicera les viene muy bien. Creo que cambia la estructuración del poder en la Provincia y que esta legislativa puede ser un gran experimento en términos de renovación de la política”, razonó al respecto el abogado y dirigente político Jerónimo Guerrero Iraola, uno de los pioneros, dentro del peronismo provincial, en plantear el tema.
La única certeza a esta altura, cuando falta menos de un año para las PASO -si es que hay PASO- es el cambio en la votación. Los efectos dentro y fuera del cuarto oscuro están lejos de definirse, por cuanto no se ha escrito aún la letra chica -decretos reglamentarios, leyes provinciales, etc- del nuevo sistema.
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