El Ateneo “Leandro Alem” de la Unión Cívica Radical de Mar del Plata recuerda un nuevo aniversario, 17 de enero de 1994 en Tandil, del fallecimiento del Dr. Juan Carlos Pugliese, “el Maestro” como lo habían bautizado correligionarios y circunstanciales adversarios.
Nacido en Tandil el 17 de febrero de 1915. Fue abogado, economista y afiliado a la Unión Cívica Radical desde su juventud.
Ejerció, recién recibido de Maestro Normal su vocación de docente en Mar del Plata, siendo uno de los impulsores de la creación y fundador
de la Biblioteca Pública Municipal a principios de la década del 30, la cual hoy forma parte del Centro Cultural Juan Martín de Pueyrredon.
Junto a Ricardo Balbín, Moisés Lebenshon y Crisólogo Larralde entre otros, fue fundador del Movimiento de Intransigencia y Renovación en
1948. Elegido Senador Provincial en 1955. Se desempeñó como Senador Nacional entre los años 1973 y 1976 y como Diputado Nacional en los
períodos 1963-1964 y 1983-1991.
En 1963 fue designado Presidente del Banco Central por Arturo Illia y, en 1964 ante la muerte de Eugenio Blanco fue nombrado Ministro de
Economía, cargo que desempeñó hasta el año 1966.
Dentro de la Unión Cívica Radical presidió el Comité de la Provincia de Buenos Aires desde 1972 hasta 1983, cuando Ricardo Balbín lideraba
el Comité Nacional..
Entre 1983 y 1989, año tras año y por el voto unánime de los diputados de todas las bancadas, fue elegido Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. Su gestión fue ejemplar. Político de raza y reconocido por su permanente trabajo en la búsqueda de los consensos necesarios para lograr la unidad de los argentinos en la búsqueda de un destino común. Ejemplo de transparencia administrativa y equidad, con vocación de diálogo con todos los sectores políticos, y a la vez un digno y vigoroso defensor de las instituciones republicanas y democráticas.
En los siete años de ejercicio de la Presidencia del Cuerpo devolvió al fin de cada período los fondos reservados asignados presupuestariamente al Presidente, sin haber jamás utilizado un centavo en provecho propio ni siquiera para atender situaciones institucionales que lo pudieran justificar.
Vaya nuestro recuerdo para quienes supieron honrar la función para la cual fueron elegidos.