Tiene jugadores, todavía le falta como equipo. Así se clasificó la Selección olímpica a los cuartos de final de París 2024. Hubo calidad individual suficiente como para empujar a Marruecos después de estar complicado en el 0-2, para jugar de a ratos bien contra Irak y le alcanzaron apenas algunas ráfagas contra Ucrania.
Este martes, la Selección tuvo mejoras en algunos de sus defensores. Marco Di Césare sobre todo, bien apuntalado siempre por Nicolás Otamendi. Y le faltó algo de los que tienen generar fútbol, sobre todo por Equi Fernández. Julián Álvarez es una víctima del trajín de la competencia: muy pocos jugadores en el mundo tuvieron más partidos que él y se le siente. Pero con todo esto, igual está claro que Argentina tiene un potencial por encima de la gran mayoría de seleccionados y quizás de todos.
Javier Mascherano está acertando con algunas decisiones muy puntuales. Por ejemplo, haber optado por Giuliano Simeone en el debut; también el sábado, por los cambios que hizo en el segundo tiempo, que rápidamente desembocaron en un gol entre Kevin Zenón y Luciano Gondou; y hoy, en haber bancado a Di Cesare, que había tenido alguna floja actuación en los primeros partidos, pero también en mover el equipo adelante, porque tanto Thiago Almada como Julián ya estaban cansados y entraron bien los de arriba.
Ahora viene Francia, nada menos… Un equipo que tiene mezcla de condiciones físicas y técnicas con momentos de desorden que quizás Argentina pueda aprovechar. Pero más allá de lo que podemos proyectar desde el juego, obviamente al partido se lo analiza más por el contexto, por el morbo que generará un encuentro así, que podía llegar a ser más adelante.
Estaba todo marcado para que fuera una final y lo veremos en cuartos, donde ni siquiera define medallas. Tampoco será un partido específicamente de Juegos Olímpicos. Habrá un clima de Mundial, efervescente, algo que igualmente los nuestros están acostumbrados a sobrellevar. Incluso a veces es motivo de agrande. Un estímulo para cualquier equipo argentino.
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