Ocho años de la más horrenda dictadura militar (76/83), nos depositan en la década de los 80´. En ese período la Argentina sufrió las violaciones a los Derechos Humanos más escandalosa de toda su historia. El desastre en esta materia marcó a fuego a toda una generación, dejando un escalofriante cuadro de torturados, aniquilados, desaparecidos, robo de bebés y sustitución de identidad cómo nunca se había visto.
Asimismo sufrió la crisis económica más profunda por cuanto sus efectos se hicieron sentir no sólo en lo económico financiero, sino también en lo estructural, donde, por ejemplo se depredó el estado industrialista de nuestro país, sometiéndonos a la dependencia de las importaciones cuando estábamos forjando nuestra autonomía al respecto.
En cuanto a la deuda externa los militares fueron directamente salvajes. Quintuplicaron la deuda. De los 7.000 millones de dólares que encontraron el 24/3/76, nos dejaron casi 42.000 al 10/12/83.- Y también la Guerra de Malvinas (1982), esa locura de enfrentar a los principales socios de la OTAN –Inglaterra y Estados Unidos, en una pretendida épica nacionalista falsa y demagógica, con el fin no confesado de revertir los efectos del fracaso económico y congraciarse con el pueblo.
Doble fracaso:
En este cuadro de situación dantesco, nace el último período democrático recibiendo –sin beneficio de inventario- la herencia más pesada de la que se tenga memoria. Crisis institucional, política, económica, guerra perdida, miles de desaparecidos, vejados y muertos por doquier. Un tema que hay que tener en cuenta es que a 1983, los argentinos ya nos habíamos olvidado de una vida normal, democrática, Republicana y en el libre juego de las libertades cívicas y políticas.
Desde 1966 cuando irrumpe Onganía hasta 1983 fueron 17 años de dictaduras militares – salvo del 73 al 76- en que gobernó el peronismo con Juan D. Perón y otros- pero que en vez de practicar la democracia sufrimos todos una guerra civil producto de la Interna Peronista, donde el terrorismo subversivo (Montoneros, Fap- ERP, etc) y el terrorismo de Estado (la Triple A, y adláteres) tomaron al país y a la sociedad como campo de batalla de sus ideas trasnochadas. En ese marco llegó la sociedad argentina a 1983.
La Democracia en pañales y con ausencia de prácticas institucionales, en un Estado de Derecho. Así llego el gobierno Constitucional presidido por Raúl Alfonsín con el 52% de los votos emitidos con el más alto porcentaje jamás registrado de participación ciudadana. Alfonsín representaba los valores que la sociedad demandaba: Democracia, tolerancia, respeto por la Constitución nacional y el Estado de Derecho.
Inmediatamente abordó una obra titánica contra los flagelos que asolaron nuestra Patria. En DD.HH. creó la CONADEP (Comisión Nacional Desaparición de Personas), y firmó el Decreto de sometimiento a juicio a los principales responsables: militares y terroristas subversivos. Más de 250 altos mandos fueron condenados a Prisión y Reclusión Perpetua, mediante un juicio justo, que fue considerado UNICO en el mundo.
Unos años después MENEM LOS INDULTO, cumpliendo con la promesa electoral de 1983 cuando el Peronismo ofrecía convalidar la Ley de Autoamnistía que habían establecido los militares en el fin de su gestión. Vergonzante situación que se ha tapado por un relato populista y denigrante, toda vez que la sociedad estaba satisfecha con el resultado del Juicio a las Juntas. Lo cierto es que a Menem esto no le significó un costo político. El 1a1 (léase Ley de Convertibilidad), ya hacía milagros. Nuestra sociedad también es culpable, sin duda.
Alfonsín también pretendió Democratizar distintos estamentos del Poder, uno de ellos el sector Sindical. Para ello elaboró un proyecto de Ley de Reordenamiento Sindical, por el que buscaba modificar una serie de cuestiones que habían convertido al sector en un verdadero Poder que colisionaba con el concepto de Democracia Social que estaba en marcha.
Allí tuvo Alfonsín el primer gran choque con una Corporación. También lo sufrió con la corporación militar por el encarcelamiento de los capitostes responsables del Genocidio. Nada más loable para la Democracia recién parida, pero esas corporaciones le respondieron con 13 PAROS GENERALES SINDICALES, y 13 SEDICIONES MILITARES, en cinco años y medio de gobierno.-
Esta es la primera parte de una historia reciente pero que muy fácil olvidamos con culpas de otros para disimular las propias. Por eso vale la pena seguir en una próxima entrega.
DR. JOSÉ LUIS GELEMUR