El caso del menor de 11 años que mató a su padre luego de ver la agresión infringida por éste a su madre, reactivó la polémica sobre la desprotección de las infancias y la tenencia de armas.
El padre del niño, un hombre de 65 años, había golpeado a su esposa tras lo cual fue a recostarse a su habitación y recibió el disparo que le provocó la muerte este jueves, según la información suministrada por los voceros policiales y judiciales.
“Una nueva situación de esta gravedad nos interpela en términos de qué es lo que estuvo pasando y qué falló para que un niño llegue a esta situación”, reflexionó , la médica Fernanda Tarico, fundadora y directora de la organización Shalom Bait que trabaja con sobrevivientes de violencias.
“La mayoría de las situaciones como esta, en donde niños matan a sus padres, se dan en contextos de violencia crónica y violencia de género hacia su mamá”, explicó.
Estos niños, “desbordados y con intención de querer defender a su mamá, otras veces a ellos mismos, llegan a esta situación, situación que ningún niño debe atravesar, ni obviamente tener para sí ese recuerdo. Es algo que ningún niño se merece”, añadió.
La directora de la ONG que brinda asistencia psicológica y patrocinio jurídico a víctimas de violencia de género remarcó que durante sus 20 años de trabajo en la organización observó cómo los hijos e hijas de sobrevivientes de violencia de género “sufren y aprenden a ‘cuidarse’, intentan comportarse bien sin hacer nada que pueda hacer enojar a sus papás”.
“Siempre trabajamos para generar conciencia del impacto que tiene la violencia y lo importante que es brindarles protección a los niños y niñas”, sostuvo.
A su vez, enfatizó en los efectos de las “situaciones de estrés y acumulación de mucho enojo en los chicos”, un enojo que “rara vez” se manifiesta hacia los papás, ya que en el medio de estas relaciones “hay miedo, desigualdad y poder”.
Sin embargo, para Tarico el caso del niño de 11 años de Morón refleja “una forma extrema, súper traumática y dolorosa de terminar con la violencia”.
Los efectos de vivir en situaciones de violencia también pueden incluir “fuga del hogar, situaciones de intento de suicidio, de violencia grave con pares e incluso autolesiones como forma de apaciguar el dolor”, detalló.
A su vez, si bien “el contexto eventualmente podría ser un factor de riesgo”, Tarico afirmó que en su trabajo con Shalom Bait ve “situaciones de violencia en todos los contextos”.
Los peritos policiales secuestraron en la casa de Morón el arma de fuego utilizada en el ataque, un revólver Pehuen calibre .22 largo que pertenecía a un amigo de la familia, no tenía la debida documentación y estaba guardado en un placard de la casa.
En este sentido, Tarico se refirió al “riesgo” de la tenencia de armas, principalmente en los casos de violencia de género, y aseguró que su tenencia “define” a la persona.
“Esta situación, en un contexto en el que se está discutiendo la libertad de tener armas en la casa, demuestra que el arma en la casa vulnera derechos”, remarcó.
Y se preguntó: “¿Para qué vas a tener un arma? Un cuchillo lo vas a usar para cortar, pero un arma, ¿para qué? Es para usar. El que decide tener un arma habla de sí, de lo que está dispuesto y a donde puede ir”.
Asimismo, frente a situaciones de violencia de género o intrafamiliar, Tarico dijo que “se debe actuar antes de que sea tarde, es un problema de la sociedad”, y alertó que “la sociedad le pide demasiado a la víctima”.
“Hay que modificar un montón de abordajes vinculados con prevención, detección precoz y acompañamiento, pero siempre la recomendación es acercarse a la víctima”, sostuvo, ya que para muchas “no hacer la denuncia es una estrategia de supervivencia”.
Finalmente, concluyó que “los niños, que lamentablemente están en situaciones de mucha más vulnerabilidad, quedan muy desprotegidos cuando conviven con una mamá que es sometida y está atravesada por el miedo”.