La diferencia entre un país con libertad y un país libre es que en el primero rige el imperio de las leyes, y por eso las personas gozan de la libertad.
En un país libre, todo el mundo hace lo que se le antoja. Sin el respeto por la Ley máxima de una República, La Constitución Nacional y mucho menos por sus códigos donde están escritas las leyes que debieran regir para todos.
En Narcolandia, la Argentina de hoy, el narcotráfico es dueño y señor no solo de los hambreados de villeros e indigentes, sino que financian campañas políticas, invierten en countries costosos y flamantes departamentos en Puerto Madero, barcos y cientos de inversiones por el estilo.
Hace ya muchos años que el flagelo de la droga destruye las neuronas y las propias vidas de miles de argentinos. Por incapacidad o connivencia o por ambas razones el consumo y el narcotráfico es moneda corriente dentro de nuestra sociedad.
No solo la inflación galopante, la desocupación que lastima los estamentos más preciados de una sociedad que son las familias, sino la inseguridad que mata, ahora debemos alarmarnos sobre el consumo de estupefacientes y ver impávidos como Argentina se convirtió en país no solo de consumo y tránsito de drogas sino de producción.
Por más que el Ministro de Seguridad Rossi genere polémica con su subalterno Berni y miembros del oficialismo y la oposición debatan sobre si nuestro país tiene “cocinas” que fabrican droga, nuestra sociedad sufre a diario los flagelos de la misma.
No es modernizando el Código Penal la manera de combatir la inseguridad sino un verdadero y moderno plan de seguridad, donde se involucren el oficialismo y la oposición. La delincuencia no se fija si el Código es garantista o de mano dura. El delincuente roba y mata porque es su medio de vida. Se siente cómodo en una sociedad que le permite actuar con toda impunidad. Cómodo porque tanto el Gobierno Nacional y de las Provincias miran hacia otro lado por incapacidad o complicidad.
En un país libre, todo se permite. La ley de la selva. Sálvese quién pueda. Siempre es el más fuerte quién domina y somete sin tomar en consideración el imperio de la ley.
El plan integral de seguridad debe tener previsto una política nacional social, una economía presta a solucionar las iniquidades, que apueste por el desarrollo y el progreso. Buenas y mejores escuelas, con un plan educativo que al igual que lo social sea inclusivo. Pero también deberá contener las herramientas suficientes para contar con fuerzas de seguridad equipadas, entrenadas y sometidas a la ley como también un sistema carcelario donde se reeduque al reo y no se lo entrene para que cuando salga de cumplir su pena potencie su actividad delictiva.
La inseguridad y el narcotráfico como una de sus caras más dramáticas son las materias pendientes del Gobierno Nacional y la Presidente tendrá que convocar a los Partidos de la oposición para lograr el éxito frente a este desafío. La Presidente tiene que olvidarse sus sueños napoleónicos de ser la gran estadista que renovó los Códigos Civil, Comercial y Penal. También Sergio Massa, hoy por hoy quién mejor está posicionado para reemplazarla en el 2015 dejar de ser un político oportunista y actuar pour la gallerie exclusivamente y con seriedad proponer un verdadero plan de seguridad.
Narcolandia Argentina es una triste realidad. Hay “cocinas” de droga en el conurbano bonaerense y en distintas provincias del Norte donde el tráfico cuenta muchas veces con la complicidad de las fuerzas de seguridad de las fronteras, sean estas terrestres o de río o de mar. Incapaces o cómplices, mientras sigue el debate siguen violando la ley y agrediendo a cada uno de nosotros.
Ricardo Bengolea
Es verdad, aunque siempre terminamos en “el gobierno debería convocar a la oposición y otros entes de opinión para lograr acuerdos de mediano y largo plazo”. Este hecho hoy parece imposible, dado que sólo existe agresividad, insultos y lenguaje impropio de altos funcionarios.
Como siempre gracias Jorge por el comentario.