V.O.S. (Cesc Gay): pocos realizadores pueden hacer lo que hace Cesc Gay en V.O.S y eso es ser autoconsciente del género, ponerlo en escena con destreza -en este caso la comedia romántica- y, además, nunca abandonar a los personajes ni ser inconsecuentes con lo que se propone desde el guión. Lo notable es que más allá de la sencillez de la historia que se va desmontando de manera progresiva en torno a los personajes y los escenarios, existe una búsqueda por dejar en evidencia la construcción del artificio sin resultar un film cínico o pretencioso. Es una historia de amor, desencuentros y frustraciones pero el director sabe jugar con las apariencias para que esos esfuerzos se vean redoblados en función de mostrar las contradicciones de los personajes y del género. Las barreras idiomáticas como una forma de construir el monologo interior (euskadi y español) y el trabajo actoral del cuarteto protagónico, además de elementos meta cinematográficos desarrollados sin que sean disruptivos en la narración nos permiten disfrutar de una película formidable pero también reflexionar sobre el género. Por Cristian Ariel Mangini
Película dirigida por Cesc Gay en la cual se narra sobre dos hombres y dos mujeres que se interrelacionan en búsqueda de felicidad y estabilidad emocional. Quizás la historia que cuenta no resulta demasiado original, pero la forma en que se narra es el punto fuerte de esta fresca y genial producción. El talento de Gay para manejar las líneas temporales como también los quiebres escénicos y el paso entre ficción y realidad, representan lo mejor de esta película basada en una obra de teatro. Con una brillante labor actoral y una destacable fotografía, esta cinta merece ser observada como un claro ejemplo de originalidad, frescura y belleza. Por Brian Macchi
Francia (Israel Caetano): uno de los principales méritos de este nuevo film de Caetano es el trabajo que construye desde la subjetividad de cada personaje y, principalmente, el de Mariana (aunque con rebeldía se denomine Gloria), interpretada por la hija del director, Milagros Caetano. Uno de los problemas de este film es que cuando se aleja de ese punto de vista que vertebra a la película se torna en un relato difuso con poco sustento sobre los personajes de Cristina (Natalia Oreiro) y Carlos (Lautaro Delgado), perdiéndose el rumbo de sus historias que terminan ramificándose para volver a la temática donde el film es más sólido: la relación de los mismos con su hija y los conflictos que se les van presentando. Dicho sea de paso, conflictos que tienen que ver con la tensión de los protagonistas con instituciones que, al mismo tiempo, terminan vulnerando la estructura institucional de la familia, ya sea en el trabajo, el colegio o el sistema judicial. Por supuesto, el más y mejor desarrollado es el que tiene que ver con el conflicto entre Mariana y sus docentes porque tiene mayor sustento narrativo y es el mejor contenido en la estructura del largometraje, además de contar con personajes menos uniformes y caricaturizados que en las subtramas que se abren en torno a Cristina y Carlos. Por otro lado está el trabajo sobre la forma, de una elegancia barroca que resulta auto indulgente en algunos casos, pero que en otros resulta en secuencias magistrales que parecen para otro film: el plano secuencia en ralenti que narra el suicidio de la jefa de Cristina, con el sonido de una charla determinante repitiéndose en off como una sentencia final es sencillamente magistral. Lástima que sea una secuencia aislada, y que también se utilicen recursos como el split screen de manera un tanto arbitraria, aunque no así el montaje paralelo que está trabajando sobre el subtexto de la película desde diferentes personajes. Si bien contiene un final feliz bastante forzado y la contraposición entre educación estatal y privada es un tanto superficial, no deja de conservar ciertos momentos que se destacan debido a la conocida habilidad narrativa del director sobre diálogos y planos. Por Cristian Ariel Mangini