Hace poco este medio publicó una nota que escribí sobre Ricardo Echegaray, el jefe de la AFIP, y su regalo a la hija por sus 18 años. Ese artículo lo titulé ¡Nena, qué hiciste! Ahora, vamos con un ¡Papá que dijiste! para evaluar algunas de sus expresiones ante la prensa por su tan comentado viaje a Río de Janeiro, más allá de las denuncias de agresión a periodistas, lo más grave. Pero, voy al punto al que puedo dar referencias directas. “No tuve ningún problema”, reconoció Echegaray, en referencia a la adquisición de moneda extranjera para poder viajar. “Tengo los sistemas que hemos estructurado para que todo aquel que tenga capacidad contributiva para hacerlo, lo haga”.
¿Se acuerdan de ese aviso televisivo que cuándo aparecía una duda en alguna conversación utilizábamos? Decíamos entonces, como en la publicidad, “Takayama mentiloso”. En agosto pasado viajé a Perú, no para comprar o degustar cenas lujosas. Como en todos mis viajes, con la intención de conocer otras culturas, aprender y en todo caso comparar.
Previo a la salida, mi trámite de adquisición de dólares fue negativo, como en tantos otros casos. Como no me quedo con las cosas guardadas, fui a una de las delegaciones locales de la AFIP, donde no se me pudo explicar en razón de qué ésta negativa. Sólo el sistema es el responsable. A la vuelta, allá por el inicio de septiembre, presenté una nota pidiendo una explicación en razón de qué, por infractor, delincuente, mendigo, o lo que se le ocurra al sistema, cuál era la consideración para el mismo sobre mi persona.
Lo hice en mi carácter de ciudadano y contribuyente con los respectivos descuentos del impuesto a las ganancias por mi salario, más allá de lo que se nos saca en forma directa con el IVA. Lo realice en razón de que, en definitiva, son nuestros empleados, cobran de nuestros impuestos, y deben respondernos, desde el primero hasta el último de la AFIP, la Constitución nos ampara, los infractores nos manejan a su antojo. En síntesis, lo que usted lector, debe pensar, ninguna respuesta. Le explico, el sistema, que me debía responder, estuvo ocupado en darle dinero extranjero a su inventor. Normal, para una país anormal.
Conclusión, no es cierto que todos somos iguales en la Argentina. En realidad, todo sigue igual. El de arriba puede y los de abajo, el 99,99%, que no tenemos cargos importantes en el gobierno, no podemos, no debemos, no sabemos y somos a los que se toma como idiotas de turno.
Si, es cierto, es este un tema menor al lado de los déficit energéticos, las tragedias en el transporte, las denuncias de corrupción, los derechos humanos solamente atendidos cuándo fueron avasallados en una época negra, la temida inseguridad, el creciente negocio de la droga, la inflación y la pobreza que sólo no ve el gobierno y tantas otras falencias de un país que lo podría tener todo, sobre todo una sociedad que no es tal, se diluyó en las mentiras de sus funcionarios, más allá de ampulosos títulos como “distribución de la riqueza”.
Por eso, hoy, el “Takayama mentiloso” para Ricardo Echegaray y también lo de ¡Papá, qué dijiste!
MIGUEL TOSCANO
DNI 5.329.126