Mal día para pescar (Alvaro Brechner): esta película que tiene como base un relato de Onetti se desarrolla en base al juego que otorgan las apariencias. Como si se tratara de una interpelación al espectador, hay momentos en los que se cree que la encrucijada que atraviesan nuestros personajes los hará hundirse definitivamente, pero los giros del relato guardan coherencia y se guardan de representar una sorpresa que resulte inconsecuente con lo que el film propone desde la brillante secuencia inicial, donde es clave el montaje que ilustra la noche de la pelea donde se desarrolla el clímax del film. Con un buen ritmo pero un trabajo estético donde prevalece lo televisivo (rara vez se pierde al personaje en el centro del plano, por ejemplo), esta historia que tiene a un peleador y su representante yendo a Santa María, para encontrarse con que el espectáculo y el desafío allí los llevará a explorar sus propias contradicciones, tiene en sus matices de comedia negra momentos tan logrados como la pelea del final. Fluida y entretenida, se trata de una de las propuestas más certeras de la competencia a pesar de sus irregularidades. Cristian Ariel Mangini
Nada personal (Urszula Antoniak): film que desarrolla su núcleo sobre las ausencias y las tensiones sentimentales desde la visión subjetiva de una singular protagonista, Anne, interpretada por Lotte Verbek. El relato se construye sólidamente desde las actuaciones, los espacios y los climas, a menudo apelando a la ausencia de diálogos como una forma de profundizar sobre la comunicación y el conocimiento del otro, la pareja. El guión se encuentra fragmentado con un trabajo metafórico sobre las imágenes: los planos generales denotan la incertidumbre y el trip hop que musicaliza los momentos claves que ilustran la particular relación son suficientes para transmitir el espíritu de la película. La fotografía, entre tonalidades cálidas y frías, mantiene una prolijidad expresiva que resalta el preciosismo de algunos planos. Peca de pretenciosa y de resultar irregular en su desarrollo, aunque el punto de vista personal de la directora y las actuaciones resultan elevando la carencia de originalidad que por momentos se pueda encontrar en su planteo, por momentos cercano al del cine de Emily Atef o Isabel Coixet. Cristian Ariel Mangini
El cuerno de la abundancia (Juan Carlos Tabío): una comedia pícara, sin lugar a dudas, con unos hermosos frontales de actrices dotadas. Poco más se puede decir de este film flojo por donde se lo mire desde lo formal, empleando la condensación hasta el absurdo cuando se trata de otorgar un costado alegórico y castigar a sus personajes desde una visión omnisciente, prácticamente efectista, en cada una de las resoluciones que se desarrollan para dar a entender un panorama que tiene bastante de propaganda. Pero más allá de estas cuestiones hay además desprolijidades que suponen una puesta en escena basada en lo peor del cine costumbrista con aires teatrales, incluyendo aunque no sea indispensable a todos los personajes en el plano y saturando de líneas de dialogo cada segundo del film. Hay dos secuencias en las que se juega con otros géneros (como el western) para lograr momentos graciosos, pero el aire moralista del final empaña cualquier oportunidad de redención que la película tenga a pesar del profesionalismo de los actores protagónicos. Cristian Ariel Mangini